El góber electo y el nuevo estilo personal de gobernar

El nuevo estilo personal de gobernar ya se siente en estos tiempos. Luis Miguel Barbosa no es alguien a quien se le pueda leer a la primera y se interprete de manera superficial. Hay que conocerlo bien, por ello cada vez nos sorprende en sus jugadas de ajedrez en cada uno de los nombramientos en el gabinete que él y sólo él conoce. No hay filtraciones, habrá muchas especulaciones, pero pocas veces le atinan.

Desde que inició su carrera como líder estatal del PRD en 1998 supo siempre jugar con mensajes y señales. Dicen, quienes lo conocen desde hace tiempo, que es un político-político: desayuna, come y cena política. Duerme cuatro horas al día. No lee libros ni periódicos, más bien los devora. Es, además, un gran conocedor de la historia de México y un melómano.

Cuando ganó la dirección estatal del perredismo poblano le dio forma institucional a esa entelequia que era la izquierda poblana. Ese partido era tomado a cada rato por las corrientes de la época a punta de gritos y sombrerazos. Además de las oficinas estatales de la 13 Oriente (frente a La Arena Puebla), cada café del centro histórico era una oficina de alguna tribu del partido del sol azteca.

Cuando Barbosa arribó a la dirección se acabaron los golpes y las tomas violentas de sus oficinas. Se terminó con las direcciones alternas. Se anularon las “n” cantidad de conferencias de prensa en la que se acusaban mutuamente los militantes de ese partido.

Muchos de sus correligionarios ante sus decisiones lo criticaron, lo atacaron, pero él sobrevivió ante todo. Decía en tono de sorna: “son políticos de café”, porque veía que no hacían labor en los municipios y comunidades, sino más bien pataleaban con sus americanos e iban a Gobernación estatal a cobrar o a vender algún movimiento social que intentaban encabezar.

Fue en esa época que conoció personalmente a Andrés Manuel López Obrador, pues mientras Barbosa era el líder en el estado, el Peje era el líder del perredismo nacional. Fue así que pudo colarse como diputado federal plurinominal del 2000 al 2003. Ahí conoció a la banda de Los Chuchos y se integró además a la dirección nacional de su partido. Su habilidad lo hizo codearse con los grandes. Estar en los cuernos de la luna. Conoció a los líderes de la vieja izquierda, incluso hasta exguerrilleros.

Desde esa posición controló el partido del sol azteca. Lo dirigió durante casi 18 años, tres de manera formal y el resto como líder moral. Fue, además, clave en la caída del marinismo, pues se sumó al proyecto de Rafael Moreno Valle con quien rompió en el 2015 cuando Luis Maldonado Venegas (QPD) le intentó arrebatar el partido. No contaban con que Barbosa desde el Senado ya había hecho muchos amarres con sus compañeros de escaño y que además fue presidente de la Cámara alta del Congreso de la Unión.

A Barbosa le hizo un favor el morenovallismo al obligarlo a romper y le hizo mejor cancelar su relación con “Los Chuchos”. Cada movimiento en sus piezas lo ayudó a conseguir un sueño: ser gobernador de Puebla.

En serio que muchos trataron de bloquearlo, denunciarlo, generar divisiones y enfrentamientos dentro del perredismo pero era imposible quitarlo. Analizaba al enemigo y cuando menos lo esperaba salía con una jugada política más hábil, parecía que sabía sacrificar a un peón para lograr el jaque mate.

Por eso es que ahora nos tiene a todos en la incertidumbre si es que se va o se queda tal o cual persona en su gabinete, por eso es que los que quieran arribar su única carta con la que cuentan es la lealtad. No un exceso de zalamería o adulación porque eso lo nota el gobernador electo. Sabe quien sí y quien no hizo su tarea.

Un amigo que trabajó mucho tiempo con él me confesó lo siguiente: “A Miguel (Barbosa) la única manera en la que lo apantallas es con trabajo y resultados. No lo puedes engañar porque sabe tus jugadas y tus acciones. No tolera las deslealtades. Si vas a trabajar con él, es una agenda de todo el día. No hay tiempo para descansos”.

Los interpretes de la cuarta transformación poblana deberían entender que no es una lectura fácil la del nuevo estilo personal de gobernar.

Foto: Es Imagen / Miguel Romero

julio 8, 2019 - 9:35 pm

Por: Zeus Munive

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