¿Qué va a pasar con el panismo después de las elecciones del dos de junio? Es la gran pregunta que muchos se hacen ante su eminente derrota en las urnas. De entrada, tendría que cambiarse a la dirigente Genoveva Huerta y dejarla como titular de la secretaría de las selfies a nivel estatal, pero tendría que dimitir a su actual cargo por el previsible fracaso.
Lo que llama la atención es saber si es que la vieja guardia del panismo: Francisco Fraile, Ana Teresa Aranda y Humberto Aguilar Coronado tomarán por asalto las ruinas en las que -se prevé-, dejará Enrique Cárdenas y Gabriel Hinojosa.
O es que acaso Eduardo Rivera y sus seguidores como Juan Carlos Espina, Rafael Micalco, Enrique Guevara, entre otros liderazgos más jóvenes se atreverán a tomar el control del partido blanquiazul.
Después de la derrota, se van a dividir aún más los grupos, pues no duden que hasta Pablo Rodríguez Regordosa, con ya muy pocos aliados en su comité, intente arrebatar la batuta estatal.
Los panistas son los causantes de su propia crisis y es que aunque intenten culpar al extinto morenovallismo, siempre se les olvida que ellos mismos lo dejaron entrar. El plan de El Yunque con Rafael Moreno Valle en el 2010 era impulsarlo, controlarlo y luego desecharlo, como lo han hecho con muchísimos personajes al interior de ese partido. Lo que no se dieron cuenta es que el exgobernador les salió más cabrón que bonito (no lo estoy justificando), pues a ellos les aplicó la misma, los impulsó, los controló y luego los desechó.
Cuando se dieron cuenta ya no tenían nada que hacer -aquí aplicaría una frase célebre de Paco Ignacio Taibo II- y sin ningún poder interno, pues la mayoría del panismo tradicional o se había hincado ante el morenovallismo o terminaba exiliado como Juan Carlos Mondragón.
Sin dinero, sin un candidato fuerte con capacidad política, dividido entre las incongruencias y locuacidades de Gabriel Hinojosa, sin un liderazgo en el PAN estatal, sin un discurso de oposición que convenza por parte del presidente nacional Marko Cortés, sin saber ser oposición, el panismo aunque quedaría en un segundo lugar en la realidad se hundirá en una crisis que tardará un largo tiempo en recuperarse.
Así como se comportan en este momento, tendrá que pasar un buen rato para ser competitivos en una elección. Sus discursos son muy pobres y carecen de sustento, son palos de ciego. Si pudieran tener posibilidades solo sería porque hubiera una caída en la credibilidad en Andrés Manuel López Obrador y en Morena, por un voto de castigo, pero no porque ellos tengan la capacidad para ganarse a las masas.
Aunque no lo quieran admitir hay muchas caras largas y un exceso de sillas vacías en los actos de campaña de Enrique Cárdenas. Dicen que van muy bien en sus encuestas pero nunca las muestran.
¿A quién quieren engañar?
La derrota que se avecina para Acción Nacional regresará al panismo a sus orígenes: al ser un partido plurinominal en el que unos cuantos se repartirán el poder entre la dirigencia estatal, las diputaciones locales o federales y unas cuantas regidurías.
Ilustración: Alejandro Medina
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