John Carpenter (Nueva York, 1948) creó a Michael Myers hace 40 años. La noche de Halloween (1978), una película de terror de bajo presupuesto que Carpenter escribió y dirigió cuando un productor le pidió “una película sobre un asesino de niñeras”, se hizo con 285.000 euros y recaudó más de cuarenta millones de dólares de la época (que serían hoy, al cambio, más de 145). Fue en su momento y durante años la película independiente más rentable de la historia.
En 1982 un hombre llamado Richard Delmer Boyer mató a dos amigos de sus padres en un episodio alucinógeno tras ver la película Halloween II, que se había estrenado el año anterior
En la película un niño llamado Michael asesinaba a su hermana la noche de Halloween, tras lo que era encerrado en un psiquiátrico. Tras huir quince años después, volvía al pueblo y, oculto tras una máscara blanca, mataba a cuatro jóvenes y perseguía a una estudiante que, en la noche de Halloween, hacía de niñera. Se convirtió en un clásico instantáneo que dio lugar a una exitosa franquicia. La última entrega se estrena el 26 de octubre en España y es especial porque vuelve su protagonista original, Jamie Lee Curtis (estudiante en la primera parte, abuela en esta secuela) y John Carpenter, su creador, que participa como productor ejecutivo.
Hay muchísimos elementos de estilo, de guion y de momento social que ayudaron a que La noche de Halloween se convirtiese en una piedra angular del género de terror, pero es probablemente la máscara blanca del villano y su forma robótica y lenta de moverse y matar lo que ha pasado a la historia. Frente a otros villanos pasados de rosca como Freddie Kueger o mucho más violentos y rápidos como Jason de Viernes 13, Michael era el asesino frío, inescrutable y abismal.
John Carpenter contó en el documental A cut above the rest, que analiza los orígenes y los mitos de la película, que cuando era un estudiante en la Western Kentucky University visitó, como parte de una de sus asignaturas de psicología, una institución mental. “Visitamos a los pacientes más enfermos, los que tenían problemas más serios. Y allí estaba este crío, que debía de tener unos 12 o 13 años, con aquella mirada…”. La mirada la describió el actor Donald Pleasence, que interpretaba al doctor que supervisaba a Michael Myers en la película, en un monólogo de la película de 1978: “Este rostro vacío, sin emociones. Los ojos negros. Los ojos del demonio”. Carpenter se inspiró en esa mirada de alguien anómino para el personaje de La noche de Halloween.
“Era una mirada esquizofrénica, una mirada realmente demoníaca», continúa Carpenter en el documental. «Fue traumatizante para mí, probablemente lo más terrorífico que he visto nunca”. Muy en la línea de la película (donde el origen de la locura de Michael no se explica), Carpenter nunca ha relatado nada más sobre este encuentro que dio lugar a uno de los grandes monstruos cinematográficos. Pero una película con semejante culto en todo el mundo no se iba a quedar sin otros referentes.
El fenómeno fan llevó a que durante años se extendiese por Internet el rumor de que la película se inspiró en un hombre llamado Stanley Stiers (muy gracioso que la sonoridad de su nombre coincida con el de ficción) que vivió en Iowa y que en la noche de Halloween de 1923 mató a su familia, fue ingresado en un sanatorio mental y escapó 13 años más tarde para seguir matando. Una historia encantadora para contar en Halloween, pero con un problema: no hay constancia de esos asesinatos en ningún medio.
Los dos casos reales
Pero si lo que quiere el forofo casual de esta saga de terror es encontrar posibles inspiraciones para un psicópata que mata llevando una máscara, sí que hay donde elegir. El caso de Ed Gein es el más célebre y podría decirse que inspiró a casi todos los asesinos en serie que hoy conocemos en el cine. Oficialmente tiene dos muertes en su haber (las de Bernice Worden y Mary Hogan), pero confesó también robar cadáveres de mujeres recientemente fallecidas y utilizarlos para los asuntos más terroríficos y peregrinos, como usar sus huesos y calaveras a modo de objetos domésticos como tazones o ceniceros.
Entre las cosas que encontró la policía tras su detención al registrar su casa fueron máscaras hechas con piel humana. Este macabro hecho inspiró al primer asesino enmascarado del cine, el de La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974) y, por supuesto, a Michael Myers, que llegó cuatro años después.
Otro asesino más contemporáneo que causó terror en California entre 1968 y 1969 (una década antes de que se estrenase la primera entrega de Halloween) fue el asesino del Zodíaco, que mató oficialmente a siete personas (aunque él mismo, en cartas a la prensa, afirmaba haber asesinado a 37) y que, según los testimonios de algunos supervivientes (como Bryan Hartnell, que habló con la CNN décadas después) llevaba el rostro cubierto por una especie de capucha negra. ¿Su arma? Un enorme cuchillo, como después veríamos en el cine.
Desgraciadamente, este camino de la realidad a la ficción vería un camino de vuelta tras la explosión del género slasher en los ochenta. El género slasher (que significa, literalmente, acuchillar o machacar) denomina ese subgénero de terror en el que un asesino en serie, a menudo enmascarado, asesina a un alto número de víctimas, por lo general jóvenes atractivos y con las hormonas disparadas. Fue el caso de Mark Branch, admirador obseso de Viernes 13 que asesinó a una estudiante llamada Sharon Gregory, en 1988, o Jason Moore, un hombre inglés de 37 años que intentó asesinar a un hombre llamado John-Paul Skamarski con un guante lleno de cuchillos parecido al que llevaba Freddie Krueger en las películas de la saga Pesadilla en Elm Street.
Scream, sátira del cine de terror inspirada en Halloween, hablaba de cómo el cine de terror podía inspirar asesinatos reales (los villanos de la película se conocían La noche de Halloween al dedillo). En lo que parece un triple salto mortal de la realidad, esta película inspiró a su vez un crimen cometido por dos menores de edad en California en 1998 (Mario y su primo Samuel asesinaron a cuchilladas a la madre del primero). Otro menor asesinó a su novia en 2002 en Francia mientras llevaba puesta una máscara como la del asesino de Scream.
Por supuesto, Halloween también recorrió ese camino. En 1982 un hombre llamado Richard Delmer Boyer mató a dos amigos de sus padres en un episodio alucinógeno tras ver la película Halloween II, que se había estrenado el año anterior. Los crímenes, descritos en la prensa como «los asesinatos de Halloween II», llevaron a su responsable a la pena de muerte. “Lo hice. No quería hacerlo, pero lo hice”, afirmó Boyer durante el juicio según Los Angeles Times. Si alguien nos dijese que esa era la frase final del villano en una película de terror, nos lo hubiéramos creído.
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