La guerra jurídica que inició el empresario Mario Mendivil por Lobos BUAP no hay que verla contra una persona sino contra una institución. Es decir, el daño no es contra una administración sino contra la casa de estudios más importante en el estado.
Los que conocen la historia de Lobos Buap saben bien que era un equipo de universitarios que jugaba en los llanos de CU y en la enorme cancha de la preparatoria Benito Juárez que en otros tiempos era de tierra. Un día, porque hicieron bien las cosas y porque los astros se alinearon, llegaron a primera división y la historia es de todos conocida.
Se toparon con una mafia que implica televisoras, marcas, mercadotecnia. A lo mejor les llegó su principio de Peter, no estaban listos para ello, pero en el origen había buena fe.
Mario Mendivil y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla ya están en un litigio en el que los poblanos esperamos que salga favorecida la institución más importante de Puebla.
Hay que tener cuidado porque el abogado del constructor poblano es nada más y nada menos que Javier Coello Trejo, el mismo que defiende a Emilio Lozoya, un personaje no muy querido en la cuarta transformación. Claro, el litigante puede defender a quien quiera y a quien le convenga, es su papel y su derecho, pero en estos contextos todo se presta a especulaciones.
Más allá de que todo se arregle conforme a derecho, lo grave es que al interior de la casa de estudios ya hay personajes que quieren aprovechar el conflicto deportivo para atacar a la administración central, pues a través de mensajes de whatsapp, el diputado federal Eudxio Morales Flores ha convocando a firmar contra la BUAP.
Su finalidad no es ni la transparencia ni la rendición de cuentas, lo que quiere es tomar por asalto la casa de estudios y ser rector. El legislador federal, quien llegó a ese puesto por ser suplente de Fernando Manzanilla, al igual que muchos de la vieja izquierda poblana desean retomar el concepto de universidad-partido, como en los años setenta y ochenta en los que, para trabajar en la UAP, habría primero que afiliarse al PCM para cobrar en la nómina.
Ya se nos olvidaron esas épocas que eran un verdadero dolor de gónadas: tomas de autobuses, huelgas estudiantiles, fósiles, pintas del SUNTUAP por todas las calles, grupos porriles, empoderamiento de pandillas como Los Pitufos -algunos de ellos obtuvieron hasta títulos de abogados- y una larga lista de vicios que provocó un retraso político en el estado.
Esa visión arcaica ya no aplica en estos tiempos y los rectores que intentaron unir a la BUAP con el PRI (Enrique Doger y Enrique Agüera) al final no les fue muy bien que digamos. Uno de los éxitos de Alfonso Esparza es que ha sabido dividir lo político y lo académico. No se ha confrontado con nadie, le ha dado espacio a todos y pese a todos, su prioridad es sacar adelante a su personal académico, administrativo y a la comunidad estudiantil.
No obstante, Eudoxio Morales no tiene la misma visión. Él al igual que otros, quieren meter las manotas en la casa de estudios para sacar provecho. Bien lo dice el dicho: piensa mal y acertarás. Y es que aprovechan el conflicto legal contra los Lobos para llevar agua a su molino.
Es preocupante porque la estabilidad lograda hasta ahorita en la BUAP se pueda ir por el tubo de las ideologías, los falsos profetas, los guerrilleros de sofá y los progresistas de buró. A nadie le conviene regresar a la vieja visión que trae el diputado federal, pues sería un verdadero retroceso.
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