¿Por qué solo al municipio de Puebla le ponen atención en el caso de la inseguridad?, ¿por qué no observan lo que ocurre en San Pedro y San Andrés Cholula, Cuautlancingo, Coronango, San Martín Texmelucan, Huejotzingo (en donde mataron a los universitarios y a un chofer de Uber), ¿por qué no voltear a Atlixco y revisar Tehuacán y toda esa región?
La ciudad de Puebla no es una isla y todos esos municipios mencionados tienen graves problemas de inseguridad, pero al parecer la capital poblana es la joya de la corona y ahí es donde les conviene a todos meter las manos.
Históricamente, todos los mandatarios quieren intervenir y manejar la cuarta ciudad más importante del país. No es nuevo que existan diferencias entre un gobernador y un alcalde, pues hasta Tony Gali y Moreno Valle lo ocultaban en público, sólo que como el ex gobernador tenía intereses y la meta presidencial prefirió apostarle e invertirle en la capital.
Si le preguntan a Tony Gali ¿cómo culminó su relación con Moreno Valle y sus fieles seguidores? Si es muy su cuate se lo va a admitir: mal, mal y de malas. Varias veces estuvieron a punto de liarse a golpes sino es que alguna vez sí llegaron a ese nivel de confrontación.
Eduardo Rivera fue hasta perseguido por el morenovallismo a través de las cuentas públicas. Blanca Alcalá no se llevaba con Mario Marín (ahora prófugo de la justicia), Moreno Valle también usó a la Auditoría Superior del estado para meterle miedo a la alcaldesa.
Enrique Doger Guerrero le declaró la guerra a Mario Marín y hasta usó el escándalo Lydia Cacho para sacar ventaja de ello. Melquiades Morales como gobernador no se llevaba bien con Marín y con Luis Paredes fue tan perverso que lo dejó correr en muchos de sus proyectos para después aplicarle el garrote político llamado la Auditoría Superior del estado.
Manuel Bartlett Díaz traía una guerra a muerte con Gabriel Hinojosa, pues una vez hasta le aventó un bulldozer y lo gaseó con pimienta cuando aquel viejo conflicto por el edificio de Villa Flora que ahora es un estacionamiento junto al Centro de Convenciones.
Es decir, la reciente desavenencia entre Barbosa Huerta y Rivera Vivanco no es exclusiva. Es y siempre será un pleito de nunca acabar de todo aquel que llegue a Casa Aguayo y de quien se siente en la silla del Charlie Hall. Sólo así se entiende por qué sólo se fijan en la seguridad de Puebla y no abren el espectro a los municipios de la zona conurbada.
Lo cierto es que nadie sale ganando en esos conflictos. Sólo ganan los políticos que aconsejan irse a la guerra porque de ahí en fuera, nadie gana nada.
O ¿qué hay detrás de todo esto?
Ilustración: Alejandro Medina
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