Isaac Hernández, el arte de volar

Ciudad de México, 21 Ago (Excélsior).- Pese a su juventud, con apenas 30 años, ya ha sido el primer bailarín mexicano que pisa -y de qué manera- el escenario de la Ópera de París, en el Bolshoi estuvo con 15 años y volvió para recoger el premio Benoise de la Danse. La bailarina Tamara Rojo ha sido una buena impulsora de su carrera, a ella le dedicó el premio y también señaló “estoy orgulloso de ofrecer este premio a México” cuando se lo entregaron.

Verle danzar es un espectáculo. Con energía y ligereza a la vez su carácter y amabilidad le sirven liderazgo en el grupo que lidera con maestría. Cuando empezó a bailar, soñaba con llegar a lo más alto y con escribir el nombre de México en la historia del ballet. Está muy agradecido a su familia, a quien también dedicó el premio. Invita a los jóvenes a animarse a subir al escenario.

Con su hermano menor, coincidió en el Auditorio Nacional en Ciudad de México y no pudo evitar lágrimas de emoción. Grandes marcas como Citibanamex o la alemana Montblanc ya cuentan con él como embajador, como persona emblemática que admira todo el mundo. Apenas el año pasado estuvo en Berlín para presentar la colección de maletas Montblanc Nightlight Trolleys y Montblanc Extreme 2.0 y donde compartió con estrellas de la talla de Adrien Brody o Quincy Brown.

Pertenece a una familia de bailarines, sus padres Héctor y Laura también se dedicaban a la danza y su padre fue su primer maestro. A los 12 años ya destacaba y ganó el Youth American Grand Prix y consiguió una beca. Filadelfia y Nueva York fueron sus lugares para crecer en grandes escuelas de danza como la Rock School for Dance y el American Ballet Theatre. Es un ejemplo de lucha, coraje y disciplina, en 2006 tuvo una lesión de espalda, que superó, evitó la cirugía que habría dañado su carrera y poco después ganó el International Ballet Competiton.

En una familia de once hermanos hay espacio para otra estrella y parece que su hermano menor, Esteban apunta a la gloria desde el Ballet de San Francisco. Pronto se estrena como actor en Alguien tiene que morir, con Manolo Caro dentro de una miniserie producción de Netflix. En su primera etapa en Estados Unidos, estuvo muy vinculado a danza contemporánea, y le ofrecieron un contrato en el American Ballet Theatre de Nueva York, pero la ciudad no le enamoró, y se mudó a San Francisco, donde bailaba piezas contemporáneas y obras de vanguardia, pero el soñaba con El lago de los Cisnes, Romeo Julieta, obras clásicas que admiraba desde su infancia cuando bailaba en el patio con su padre.

Una figura surgió como amiga y compañera, Tamara Rojo, hoy su pareja, bailarina y directora del English National Ballet, con una larga carrera muy prestigiada. En Londres desde la cuenta de Instagram del English National Ballet, durante el confinamiento por covid, ofreció clases de danza gratuitas, ya siempre ha velado por la trasmisión de la cultura en toda la sociedad. Una idea que inculcaron sus padres.

Ahora da otro salto en su carrera, y parece que le divierte, sumarse al rodaje de Manolo Caro en ‘Alguien tiene que morir’, un proyecto ambicioso con un buen plantel de actores de primera fila, Carmen Maura, musa de Almodóvar en sus inicios, Cecilia Suárez, la musa de Manolo Caro y estrella de La casa de las Flores, Ernesto Alterio y Ester Expósito, dos de los grandes del cine español.

Además su influencia se extiende más allá de los escenarios y conquista el espacio digital y es que Hernández tiene, hasta el día de hoy, 147 mil seguidores. El Auditorio Nacional de México, el Bolshoi, la Ópera de Roma o el teatro Colón de Buenos Aires grandes escenarios del mundo esperan a esta estrella que a pesar de la cuarentena no para de volar, y crece en los desafíos.

agosto 22, 2020 - 9:04 pm

Por: Staff

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