El Covid-19 ha puesto a cada quien en su lugar: por un lado vemos a un presidente que cuando debería iniciar la contingencia sanitaria llamaba a comer en las fonditas, por otro vimos a un López Gatell diciendo que el contagio del presidente es moral y por otro vimos a un empresario fifí dueño de una concesión de televisión, de Total Play, de Banco Azteca y de Elektra llamando a no quedarse en casa.
Ha puesto a cada quien en su lugar porque como bien lo refería el periodista Ricardo Morales, la crisis sanitaria ha hecho de cada entidad federativa un pequeño feudo o como diría Gonzalo N. Santos “su pequeño califato”.
La crisis sanitaria que ya es económica no ha traído medidas claras por parte de las autoridades. La gente que se recluyó en sus hogares lo hizo más motu proprio que esperarse a que dieran la orden desde el gobierno federal.
Las propinas que se dan a los de Uber Eats o de Rapid a los restaurantes que ahora ya son de comida rápida es más por una decisión de los clientes que por un apoyo que quieran imponer las autoridades.
La crisis económica que ya está y es mundial no la sabe enfrentar la cuarta transformación, pues aunque a nivel estatal se tomen medidas como créditos a pequeños y medianos empresarios es imposible si a nivel federal no se hace nada para beneficio de los ciudadanos de todo el país.
Esta crisis sanitaria y económica llegará a ser política, pues aunque no existan partidos de oposición a nivel local, estatal y federal, pues quien sabe qué papel juegan, la realidad puso en su verdadero nivel a Morena.
Tampoco el PRI y el PAN han sabido responder y quizá si ellos gobernarán estaríamos peor o quizá igual, pero eso es entrar en materia de especulación. En el 2021, aún con una base social que ve a AMLO como su mesías, Morena resentirá la crisis como le ocurrió al PRI después del terremoto del 85, cuando un año después en el Estadio Azteca se emitió la más grande mentada de madre a Miguel de la Madrid.
Lo que ocurre en este momento con un partido que recogió los desperdicios del PRI, PAN y PRD es que no sabe cómo contrarrestar un problema sanitario y mucho menos económico. Y si las cosas no cambian los resultados del 2021 serán catastróficos para un partido que había ganado el record de ganar unas elecciones a los dos años de haber sido fundado.
La caída del presidente fue el domingo de la semana pasada cuando tuvo la oportunidad para hacer algo distinto y solo fue más demagogia. Fue su Ayotzinapa, su Casa Blanca, su devaluación del 94, su guerra contra el narco y hasta su yo por qué de Fox.
Por eso, la división de los gobernadores con el presidente, no por un auténtico federalismo solo porque cada estado tiene la visión distinta a la realidad presidencial y de sus corifeos. Esta división que ha mostrado, incluso, a Morena dividida traerá severas consecuencias, porque ese fenómeno se repetirá en cada entidad federativa.
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