Buenas noches Andrés. Hoy no me llamaste, a decir verdad, desde que comenzó tu sexenio apenas unas cuantas veces hemos conversado. Me preocupa que muy pronto comenzarás a pedir citas conmigo, de la misma manera que Luis Spota lo describe en su novela “El Primer Día”, tercera de la serie La Costumbre del Poder (sino la has leído, deberías).
Entre otras razones, dices que tienes la conciencia tranquila, me sentí aludida y por eso vengo esta noche. Soy yo quien quiere llamar tu atención.
Te lo digo, la realidad es que tu conciencia no está tranquila porque tu conducta despierta muchas sospechas.
Por liberar a Ovidio, mandar abrazos a la delincuencia e ir a saludar a la mamá de El Chapo Guzmán, tú, el presidente de México, el que no recibe a los padres de niños con cáncer que tu gobierno dejó abandonados a su suerte. Tampoco has escuchado a las mujeres que cada año se manifiestan para demandar igualdad de derechos, seguridad y justicia. Tú no dialogas con nadie que desentone con tu cuento, al contrario, utilizas los recursos que te otorga el cargo para atacarles y desprestigiarles. Esa conducta tiene nombre, es digna de un autócrata.
Ya sé que los dictadores te fascinan, lo has dicho muchas veces. Además, se nota.
Por abrir un frente en contra de la iglesia católica mexicana. Al menos tuviste la precaución de respetar al Papa Francisco. Eso de acusar a los clérigos de estar “apergollados” con la oligarquía mexicana cuando los asesinados fueron 2 curas jesuitas que ayudaban en una de las comunidades más pobres de México, en una región que por cierto está abandonada por tu gobierno.
Por insultar a la comunidad judía al comparar a uno de sus miembros con Hitler. Te volaste la barda Andrés, piensa que era de las pocas comunidades de oligarcas que te obsequiaba respeto a pesar de todo. Sí, la comunidad a la cual pertenece la niña de tus ojos, Claudia Sheinbaum ¿A caso es una manera de comunicar, muy a tu modo, que ella ya no es tu favorita?
Por organizarte una fiesta en Dos Bocas para inaugurar unas instalaciones que son totalmente inoperantes y lo serán por varios años más. Ahora utilizaste de telón de fondo un montón de fierros de los cuales no saldrá un litro de gasolina mientras tú seas presidente. El costo de la refinería lo mantienes en secreto y sabes que el país nunca va a recuperar el dinero invertido en ella, y cuando funcione su producción será tan pequeña que no impactará en el mercado de combustibles.
Por insultar al presidente Biden, al gobierno y al pueblo norteamericanos, justo el 4 de julio día que celebran la declaración de su independencia ¿Se te salió un tornillo o qué te crees? La Estatua de la Libertad es un símbolo de unidad nacional en los Estados Unidos, representa los valores que les dan identidad. Y sí, puede ser que ese país esté pasando por una etapa de pérdida de libertades, pero señalarlo no le toca al presidente de México, menos sugerir que se desmonte un símbolo tan importante como la Estatua de la Libertad.
Por abrir un frente en contra de un ex presidente, el último de los distractores que lanzaste esta semana. Así has de andar de preocupado que pusiste a Peña Nieto en la silla de los acusados.
La realidad del país está fuera de control. Entre los miles de homicidios, los territorios bajo control de las delincuencias, la inflación, tus obras inútiles, el pleito con los americanos y la exhibida que le dieron al embajador Salazar, la quinta ola de COVID que crece sin control y tantas otras calamidades, insuficiencias y errores de tu gobierno, la única forma que se te ocurrió para recuperar la agenda pública o al menos para cambiar la conversación, fue lanzarte en contra de Peña Nieto.
Sabes que el pleito no es menor y debes tener cuidado. En tu camino a la presidencia dejaste cabos sueltos que Peña Nieto tiene documentados, así que más te vale mantener la estufa a fuego lento y que el enjuiciado sepa que nada le va a pasar a él o a su familia. De lo contrario se podría abrir una caja de pandora que no te va a gustar.
Por favor Andrés Manuel, ten un poco de vergüenza y de respeto por la historia. No siempre vas a tener a tu disposición una mañanera con todos los medios a tu servicio para distraer la atención de la sociedad, justificar tus errores o señalar a tus adversarios con el dedo flamígero. Pronto dejarás la Presidencia de la República, serás un ciudadano como cualquier otro, tan vulnerable como Plutarco Elías Calles o Luis Echeverría. Ellos también fueron líderes fuertes, disruptivos como tú, forjadores de nuevos regímenes políticos que al dejar el poder también tuvieron que dejar el país. Considera la posibilidad de que irte a la Chingada no sea en Chiapas sino en el servicio exterior, lejos, muy lejos de México.
Tú lo dijiste públicamente, gozas de credibilidad entre los más ignorantes del país. Recuerda que hasta entre ellos la bondad tiene un límite. Esa línea tiene una fecha que es el 30 de septiembre del 2024. Hasta ese día podrás extender la colonización que mantienes sobre sus conciencias. Considera seriamente que después de ese momento se terminan las mañaneras, ya no habrá teléfono rojo a tu disposición, ni podrás esperar un “sí señor, lo que usted ordene, señor”. La narrativa oficial será otra y girará en torno al nuevo presidente, procura que tu figura y los problemas que heredas no le estorben al nuevo inquilino del palacio.
Ya te voy a dejar dormir, al menos por hoy. Solo quiero recordarte que a quienes llamas “corcholatas”, son personas con dignidad y trayectoria. Te soportan porque eres el presidente, juegan tu juego porque de momento no les queda opción. Si alguno llega a sucederte en el cargo podría recordar todas las ofensas y vejaciones que en público y en privado le hayas propinado. Te conviene sanar las heridas a tiempo. Cualquiera diría que regalarle la Presidencia de la República sanaría toda ofensa, yo te recuerdo que el poder político tiene sus reglas y la soberbia humana también.
Solo para iniciados
Este texto es otro ejercicio de diálogo con el presidente de México, quien no escucha a nadie y al parecer tampoco a su conciencia. Aquí le decimos algunas verdades que millones somos capaces de reconocer a pesar de tanto distractor.
Foto: Presidencia de México