Hay un grupo que opera en las sombras en contra de Miguel Barbosa Huerta o por lo menos ellos piensan que operan en las sombras, porque ya están muy ventaneados y conejeados.
En ese grupo hay de todo: gente de Morena, del PES, panistas como Genoveva Huerta y su jefe que no es panista, algunos perredistas, morenovallistas que han sido exhibidos por usar recursos públicos y que desviaron dinero para propósitos electorales.
Los Mayas, creo que les dicen, como los de la serie de televisión.
Está también la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco y su grupo dentro del partido de López Obrador quienes ya tienen una guerra contra el mandatario; el ex gobernador Tony Gali quien cilindrea a muchos; incluidos, personajes del partido Movimiento Ciudadano y quien aún presume que puede llegar a la alcaldía poblana aunque él sabe que lo que quiere es una diputación federal por la vía plurinominal para que no procedan con la revisión de sus cuentas públicas y que no abran los expedientes de las empresas factureras.
No hay que olvidar su paso por el SAT y la creación de muchos negocios alternos que sirvieron en su momento para generar más recursos, pues hasta fundaron revistas hoy en el ostracismo.
Hay algunos de los conspiradores que siguen en las filas de Morena o de partidos aliados a este y critican cada que pueden bajar al gobernador, conjuran, buscan llevar sus quejas a la Secretaría de Gobernación federal con la finalidad de generar una división entre la Presidencia de la República y la administración estatal poblana.
Son los mismos que corren la versión de que no acabará su sexenio.
Lo que intentan es que el mandatario no tenga mano en las elecciones del 2021. Que no vete ni vote.
Ni voz ni voto.
Quieren, además, generar las condiciones para que a nivel federal haya diputados de todos los partidos, excepto Morena. En el caso del Legislativo local la intención es que sean de todo menos de Morena y así generar un desgaste a Barbosa.
En ese rejuego hay panistas que salen dañados como un Eduardo Rivera, quien es víctima de Genoveva Huerta, pues ella responde a intereses que no son de su partido y que sí intentan llevar a otros personajes a las legislaturas federales y estatales.
La guerra contra Lalo Rivera es parte de ese juego, pues quieren apoderarse del ala dura del panismo ante el fracaso de Eduardo Alcántara en el Comité Municipal del partido albiazul.
Lo más grave de todo es que quien ha generado esta condición es de la línea dura del morenovallismo. Y no se han dado cuenta. Tiene las mismas formas que el sexenio pasado (el único sexenio de ocho años que ha existido en Puebla) y que no es una opción verdadera de cambio.
Es más de lo mismo solo que en otro partido.
¿Nombres?
Más adelante, no coman ansias.
Es evidente quien conjura en las coaliciones de partidos y por qué no les interesa que llegue el panismo de Eduardo Rivera a la alcaldía. En sí, los personajes que están en ese complot son los mismos de siempre, solo que ahora usan banderas “democráticas”. Son como los de la derecha “buena ondita” en la que anda Enrique Cárdenas y todo su séquito de ilusos.
Lo más grave con estas guerras intestinas es que quienes más pierden o perdemos somos los poblanos, porque solo se cambiará de líder para continuar exactamente igual o peor, por eso no se vayan con la finta con los conspiranoicos de Puebla. Los “progres” de cafés y los de la “derecha buena ondita”.
Solo juegan a la ley del cangrejo.