Cada día hay más políticos que se apuntan (como buenos zopilotes que son) para asumir el gobierno interino de Puebla y toda nuestra atención gira en quién será el que se siente en la silla y quienes serán los candidatos del PAN, Morena y PRI, respectivamente, pero a todos por igual se nos olvidó lo más importante: la crisis en las estructuras gubernamentales que generó la tragedia del 24 de diciembre.
En diferentes dependencias estatales hay una inestabilidad laboral, pues desde el 31 de diciembre vencieron los contratos de los trabajadores de confianza y hasta ayer no habían refrendado los nuevos. Muchos empleados de confianza desconocen si el 15 de enero (en una semana exactamente) cobrarán la primera quincena del año o esperarán a que les den las gracias. Y no es un caso en particular, son muchísimos burócratas que no saben qué hacer ante tanto desbarajuste.
Algunos firmaron sus renuncias el pasado 30 de noviembre con la promesa que serían recontratados por la administración de Martha Erika Alonso, pero tras su lamentable muerte, la cena del 24 y 31 de diciembre les supo amarga.
No hay mensajes, señales, reuniones, no hay nada, solo incertidumbre, chismes, rumores, agruras y gastritis por la ansiedad económica que todo esto genera.
La pinche señal no ha llegado.
Muchos ya comenzaron a buscar otras opciones laborales, pues a sabiendas que la mayoría de Morena en el Congreso del estado impondrá a un gobernador interino de sus propias filas para que use la estructura a su beneficio en las elecciones constitucionales, muchos empleados saben que serán dados de baja de sus puestos de manera fulminante.
Esa visión de que habrá un gobernador ciudadano suena para Ripley; vaya, hasta Ricardo Villa Escalera aspira a utilizar la estructura para conseguir su omeprazol y su captopril de forma gratuita, por algo quiere ser el interino, también.
El poder no es para contemplarse es para usarse. Los que piensen lo contrario solo son activistas de sofá que esperan al vientecillo de la rosa de Guadalupe.
Ilusos.
No sé si ya lo notó, amigo lector, pero hay una crisis laboral en las estructuras. Una crisis de certidumbre, pues ni siquiera los que aspiran al gobierno interino han buscado consensar o dialogar. Los suspirantes solo aparecen en la prensa para decir: “yo quiero, yo puedo”. Tienen una visión muy patrimonialista del poder.
Un caso en concreto es lo que está pasando en el área de Salud, pues al frente quedó un encargado de despacho y en particular la crisis se ahonda con el Seguro Popular que será eliminado en Puebla a más tardar en Julio y que en ocho estados de la República ya desapareció.
El problema es que los casi mil trabajadores que no son de base sino de confianza están sin contratos, vencieron hace 10 días y su área, por mandato presidencial, desaparecerá. Alrededor de 4 millones de afiliados al Seguro Popular dejarán de recibir los recursos que otorgaba esa área.
¿Alguien del gobierno o de la mayoría de Morena les dio algún mensaje? No, para ellos no son importantes, pero mientras no se define qué pasará, los empleados de esta área están sin saber qué hacer, si cobrarán o no, si valdrá la pena seguir asesorando a los asegurados o no.
Lo mismo ocurre en Servicios de Salud, los que carecen de base laboral desconocen su destino. Y así en varias áreas de la administración estatal.
La falta de certeza se ahonda porque qué seguridad tendrán los empleados de confianza que no serán corridos, una vez que sea impuesto el interino por la mayoría de Morena.
Así como han actuado estos primeros meses en el Congreso del estado no sería extraño que empiece una limpia a todo lo que no tenga que ver con Morena. ¿Con qué seguridad les dejarán en sus puestos?
Así que mientras su candidato a interino solo piensa en su bolsillo y en pasar a la historia como el conciliador, sería bueno que volteara a ver a una base trabajadora que es la que lo sacará de los apuros administrativos que enfrentará en su breve mandato.
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