En la administración de empresas existe el Principio de Peter que significa lo siguiente: “En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”, es decir, que una persona es muy hábil en un área pero cuando asciende de puesto va a equivocarse pues las responsabilidades del nuevo encargo se salen de su control. En términos cristianos: le quedó grande la yegua.
El triunfo de Andrés Manuel López Obrador se debió principalmente a dos factores: los altos niveles de corrupción del PRI-PAN y el debilitamiento de la figura presidencial en manos del impresentable de Enrique Peña Nieto y su entonces esposa Angélica Rivera. Ese triunfo de Morena, en julio del 2018, acarreó una serie de triunfos regionales y municipales. El pueblo bueno aún no razona su voto, se va en banda con un mismo partido en la boleta electoral.
El problema es que a muchos de estos nuevos gobiernos municipales les llegó su Principio de Peter: están en su más alto nivel de incompetencia.
Lo peor de todo es que utilizan la equidad de género como excusa ante su ineficiencia, piensan que por calzar tenis serán aceptados socialmente, basan sus errores en administraciones anteriores; dejan crecer la delincuencia, traicionan a sus aliados internos y externos, incumplen con su palabra, provocan guerras en sus propios ayuntamientos y cabildos.
Otra característica es que carecen de rumbo, no hay misión ni visión, ni mucho menos sabemos en qué consiste su Plan Municipal de Desarrollo y qué ejes pretende atacar.
Son un barco a la deriva que piensan que invirtiendo solo en medios “bonsáis” van a salir adelante y lo peor es que es dinero tirado a la basura, pues con el respaldo de esos “doctos” en comunicación y análisis solo aceleran su fracaso.
La carencia de una meta provoca que no haya estrategias en nada, su barco va a la deriva, tiende a hundirse y esto solo es consecuencia porque ni los que ganaron las alcaldías por Morena sabían que se sacarían la lotería.
Dice el viejo dicho: si quieres conocer realmente a una persona, nada más dale poder.
Es como aquella historia del que se ganó la lotería y en un mes gastó todo por falta de un plan de vida. Y todo eso estaría bien si solo es la locura de un ciudadano, el problema es cuando de esa persona dependen más de dos millones de habitantes.
Diría doña Lucha: y las criaturas, ¿qué culpa tienen?
En Puebla y los principales municipios de la entidad, ¿en dónde carajos está la cuarta transformación que no la vemos? Está de la patada sólo usar a las anteriores administraciones para justificar la ineficacia en el combate contra la inseguridad. Seguramente también son responsables, pero ellos ya no están, ellos ya se fueron y por algo perdieron sus partidos en los comicios, ahí estuvo su castigo.
Tampoco pueden usar al morenovallismo porque ese ya no existe y el panismo está debajo de los niveles de muerte, a un ciudadano que lo roban en el transporte público, afuera de Ciudad Universitaria, le disparan a quemarropa, a ese no le importa que fue culpa de tal o cual gobierno, lo que quiere es una ciudad en paz.
Las nuevas administraciones municipales comenzaron a laborar en octubre del 2018, estamos a punto de cumplir los primeros 120 días y somos víctimas de gobiernos que se pelean internamente, que no se dejan ayudar y que son rehenes de sus propios funcionarios.
Lo más grave es que algunas de estas administraciones ya sueñan con reelegirse en el 2021.
No ven que no ven.
El primer paso para salir de una crisis es aceptar sus propios errores, reconocerlos, admitir que algo se hizo mal y al parecer no están dispuestos a ello.
A lo mejor en el país ha existido un cambio, pero por aquí cerquita, los ciudadanos seguimos siendo rehenes del ego de quienes nos gobiernan.
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