Nace el Huitzilapan, del otro lado del río donde habitan los colibríes, en un contexto verde, junto a lagos y manantiales, junto al cerro de Acueyamatepec (donde la tierra colorea) y lo que hoy conocemos como el cerro de Loreto y Guadalupe, junto a Centepec (el de maíz) hoy cerro de San Juan o La Paz. Surgen los barrios, conformados auténticamente, poblaciones pequeñas nacidas de la fusión española e indígena, separados por áreas de cultivo y huertas de la gran ciudad. Este lugar se diferencia del Cuetlaxcoapan (lugar donde cambian de piel las víboras, del agua que huele a azufre del otro lado del río), la ciudad española desarrollaba un sistema urbano renacentista, otro régimen social, nuevas costumbres, nueva arquitectura, y vida social, pero dependiente de los pueblos del Huitzilapan.
Los barrios indígenas, donde aún se conservan las nobles tradiciones de la sociedad desde hace casi 487 años, resultado de un diferente panorama social y urbano el cual proporciona variedad de formas, materiales y colores de los productos de mano artesanal, algunos de los que hoy en día podemos aún disfrutar por ejemplo: en el barrio de la luz la alfarería o la vidriería, en otros, los lienzos de algodón, sombreros, jabón, pieles y la abundante producción de cuero de chivo. Los primeros indígenas que vinieron a la construcción de la ciudad eran de Tlaxacala, Cholula, Tepeaca y Huejotzingo, se asentaron del otro lado del Río Almoloya o San Francisco, como también le llamó una de las primeras órdenes en llegar a la ciudad; los franciscanos.
Los principales barrios indígenas fueron los siguientes: Tlaxcaltecapan o San Juan del Río, Analco, Santiago, San Pablo de los Naturales o San Pablo de los Frailes, San Sebastián, Santa Ana y Xonacatepec. Cada grupo mantuvo sus festividades, urbanismo, organización, actividades económicas, formas de construcción, mitos y leyendas.
El vecindario hoy en día celebra sus fiestas, danzas y vestimenta la cual refleja el colorido de sus casas y patios y fachadas, elementos que son un gran legado patrimonial cultural tangible e intangible del cual tenemos una gran responsabilidad por conservar y custodiar para que futuras generaciones lo puedan conocer y disfrutar. Ese patrimonio inmaterial que ha sido transmitido de generación en generación mediante un sentimiento de identidad y respeto de la diversidad y creatividad humana. Por esta razones Puebla se considera como un ciudad basada en el arte de los pueblos que la erigieron, arte que resulta de un conjunto de imágenes y vivencias en el transcurso vivo de su historia.
Twitter: @DanyCaPo
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