En un mes, las unidades del transporte público deberán tener botones de seguridad, cámaras de vigilancia, dejar de contaminar, manejar con precaución, evitar las famosas carreritas entre los choferes y modernizar sus unidades al sacar las chatarras que avientan humo por todas partes, pues ese fue el acuerdo que signaron los concesionarios el año pasado para que la tarifa subiera a ocho pesos y ocho cincuenta.
¿Usted cree que van a cumplir con el gobierno del estado?
Yo tampoco.
Pero de manera apática lo único que nos queda es decir una y otra vez: es lo que hay. La mafia del transporte no dejará de ser mafia y las autoridades no dejarán de ser autoridades, al fin y al cabo, viajar en camión o microbús o van es para el pueblo bueno y sabio que como están las cosas económicamente en el país tampoco dejará de ser pueblo bueno y sabio.
Vaya, es como dijo Leonard Cohen: “Todo el mundo sabe que los dados están trucados / Todo el mundo saca con los dedos cruzados/ Todo el mundo sabe que la guerra ha acabado / Todo el mundo sabe que los buenos perdieron / Todo el mundo sabe que la pelea estaba amañada”.
Así que no hay que sorprenderse que a finales de este año la vida siga como va. Como siempre ha sido y como siempre será.
Los transportistas o mejor dicho concesionarios lograron su cometido a su estilo: presionan, se tiran al piso, ponen cara de niños regañados, intentan chantajear, vuelven a poner cara de niños regañados, prometen que ahora sí van a cambiar, les dan su lana y se van a hacer lo que siempre saben hacer, presionar con la cuenta a sus choferes y hacerle al tío Lolo con sus promesas.
En 25 años que hemos estado en estas aventuras periodísticas siempre ha sido igual, así que esperemos un mes para ver si los transportistas nos callan la boca o si es que el gobierno les regresa a seis pesos por incumplidos.
Operación Vendetta
Mientras el Auditor Mayor del estado se regocija con sus acciones políticas y no técnicas, ayer la UPAEP ya se unió a la demanda de la BUAP que se respete la autonomía universitaria.
Todo esto porque la actitud del contador Francisco Romero Serrano es más de revanchismo personal contra el rector de la máxima casa de estudios del estado que por un tema evidentemente de sumas, restas, multiplicaciones y divisiones. Vamos que todo aparenta ser más una vendetta que un tema contable.
La BUAP se mueve por un lado muy distinto al que se mueven otras instituciones. Eso no quiere decir que no debe ser transparente y clara en el manejo de los recursos. Lo que sí es un hecho es que la lectura es que es un tema más político que técnico y así como se le exige que sea abierta también debería ser abierto el juego de quienes le atacan, en este caso, Francisco Romero Serrano.
¿Hasta dónde quieren llevar este enfrentamiento?, ¿Vulnerar al rector? Al final, el problema es que no es el rector, es una institución entera y socialmente no le conviene a nadie que este tema se extienda.
La bolsa de hielos en la cabeza a todas las partes involucradas no les haría mal, a menos que sean otros fines los que se busquen. En fin, allá todas sus rivalidades, venganzas y guerras pero no digan que no se les dijo que más vale un mal arreglo que un buen juicio (y esta última frase no se malinterprete es mera cultura popular no se calienten que ya los conozco).
Foto: Es Imagen / Daniel Casas
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