La conjura para que Jorge Estefan Chidiac regrese a Puebla -a través de su operador José Antonio López Malo- al provocar una guerra fratricida entre todos los aspirantes a la dirigencia estatal del PRI e imponerlo como el nuevo líder va viento en popa. En esa confabulación también participan: Javier Casique, Mariano González, Américo Zúñiga, Blanca Alcalá y su hija Karina Romero, como lo relatamos ayer en este espacio.
Aunque hay que agregar un nuevo nombre a la trama: Lucero Saldaña. La sempiterna legisladora federal que nunca ha ganado en las urnas sino todo le ha caído por la vía plurinominal.
Es como la “Paco Fraile”, pero del PRI.
Sino se amarra la presidencia estatal con López Malo porque de plano le hace honor al apellido (López Malito), pues a Estefan Chidiac le queda la carta de Lucero Saldaña. El problema es que a ella le hace falta ver más bax y tiene muy poco contacto con lo que queda de la base priista. Tantas plurinominales la alejaron del territorio poblano y no tiene una muy buena relación con Blanca Alcalá Ruiz desde hace muchos años.
Ante todo esto, aparece un nuevo personaje: Lorenzo Rivera. Que se frota las manos porque piensa que él puede ser el que quede ante tanta división, pero no se ha dado cuenta que el causante de que el PRI esté como esté en estos momentos en el estado es él mismo.
A Lorenzo Rivera no le hacen caso ni en su rancho.
No lo pelan ni en su colonia.
Vamos que fue un mal chiste cuando encabezó la dirigencia estatal del tricolor. ¿Para qué sirvió Lorenzo?, pues para hacerse bien “Lorenzo”. Porque ni operó para los de Morena ni operó para los candidatos de su propio partido.
Eso sí, las prerrogativas son sagradas.
Lorenzo es totalmente anodino, intrascendente, insignificante, sin sustancia e incoloro. Y si me preguntan ¿por qué mencionarlo si es tan menor? Bien, la respuesta es muy simple: porque en su loca cabeza está regresar al edificio del PRI de la diagonal para hacer lo que mejor sabe hacer: nada.
Así que los priistas no se ponen de acuerdo y aunque saben que el 2021 es una lucha entre Morena y PAN su tirada es quedarse con el paquete para ir a ofrecerse a Casa Aguayo para las elecciones intermedias.
Para seguir jugándole al Pipitoche, como diría Germán Sierra, para hacer el caldo gordo en la próxima legislatura que la tiene cada vez más difícil Morena, aunque algunos hagan cuentas alegres.
Y es que en este juego se trata de quedar bien con el mandatario y sus huestes, porque vivir fuera del presupuesto es vivir en el error, como diría Hanck González (perdón por citar este lugar común pero era necesario).
Y como diría el tango Cambalache de Santos Discépolo: “el que no chilla no mama y el que no roba es un gil (pendejo)”.
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