El pasaje 5 de mayo es un espacio que constituye y responde a los mitos y leyendas fecundadas desde antaño en la ciudad de Puebla. Representa la imagen de esa metrópoli enigmática, cargada de misterio, donde se develan escenarios, pasadizos que evocan elementos míticos, históricos, políticos y sociales. Este rescate arqueológico implanta en la ciudad espacios que dan un giro al concepto dela Puebla como urbe angelical llena de la luz en el exterior; paradójicamente en sus raíces esa ciudad de empodera con dedicadas técnicas de construcción, es un espacio propicio para el resguardo de la milicia, algo impensable hace unos años.
La grandeza de este descubrimiento es lo que representa un hito en la historia de la Ciudad, que nos introduce en una burbuja en donde nos es imposible preguntarnos ¿Quién pudo realizar esto? ¿Cómo puede ser tan artístico con solo piedra como recurso que integra admirablemente un hecho del pasado histórico? El proyecto de vertiente para discusión, misterio y asombro, no habla de historia si no de historias, ya que entrar al pasaje 5 de mayo es reconstruir un pasado que está abierto a la imaginación de todos, los ecos que resuenan de lo que no se dijo y la materia en cada muro que nos permiten revelar en cada cavidad historias que podrían ser solo eso, historias, pero que ahora son realidades que enaltecen nuestro Estado.
Durante mucho tiempo se han contado en Puebla experiencias sobre incursiones, rumores e incluso descripciones de pasajes subterráneos, sin embargo fue hasta el siglo XX cuando Don Enrique Cordero y Torres investigó, describió, y lanzó la primera y única hipótesis sobre la red de comunicaciones subterráneas de nuestra Ciudad.
La presa de San José
Las evidencias arqueológicas nos indican ocupación humana sobre las áreas ribereñas del río de Almoloya, posteriormente llamado San Francisco, desde hace casi 3500 años. Esto significa que el agua era aprovechada y partes del río eran navegables. En la época virreinal se construyeron presas que canalizaban el agua de San Francisco a varios molinos.
Las exploraciones arqueológicas del viaducto Zaragoza en el año 2012 sacaron a la luz parte de la cortina de la Presa de San José, donde se observaron etapas constructivas de varios siglos, la última de 1889. Fue por su relevancia histórica, trasladada al actual lago de la Concordia, y podemos admirarla al final de nuestro recorrido. También se localizó la entrada a un pasaje subterráneo, que fue abierto en diciembre del 2016 y que, después de un año de investigaciones, se amplió al público con un recorrido más completo.
Este comienza bajando al nivel del pasaje (501.51 metros de largo entre 2.17 y 2.50 de ancho y una altura entre los 2.60 y 3.64) aquí podemos observar arcos y bóvedas de estilos diversos, contrafuertes y aplanados que dejan ver la pericia de los antiguos constructores poblanos y su alta calidad en la aplicación de diversos materiales y sistemas constructivos, cuya época de construcción es entre los siglos XVIII y XIX.
Ésta arquitectura subterránea hace de éstos lugares un fiel reflejo de la monumentalidad de la Puebla que recorremos día a día, allá, en el exterior.
Este pasaje se encuentra ubicado en las faldas del Amacueyatepec o cerro de Loreto, el barrio se caracterizó por la benevolencia de su terreno, ya que también hay bancos de arena y de barro para el desarrollo de la alfarería que distingue a Xanenetla y una cantera de xalnene, (roca arenisca con la que fue edificada gran parte de la Puebla de los Ángeles).
Una vez decretadas las Leyes de Reforma, al pasar a manos del Gobierno las propiedades del clero, muchos edificios fueron reutilizados como fortificaciones, cuarteles e instalaciones militares de diversa índole, como el edificio que actualmente alberga la Escuela de Artes del Estado de Puebla (localizada justo sobre nosotros), que fue utilizado como cuartel de las fuerzas de Seguridad Pública de Puebla, mejor conocido como el “Cuartel de los rurales”.
En el siglo XIX la Ciudad enfrentó nuevos retos derivados de la Independencia, además de resistir a invasiones extranjeras, crisis económica, hambre, desastres naturales y epidemias. En 1847 soportó un sitio de 28 días por la intervención norteamericana, que dejó destrucción y hambre a su paso. La Batalla del 5 de Mayo de 1862 sólo retardó la inminente invasión francesa y en 1863 el ejército galo volvió y la ciudad fue entregada en 1864 a Maximiliano y Carlota de Habsburgo.
Estás en uno de los túneles abiertos más largos del mundo, testigo de episodios importantes en el devenir de Puebla y de México, que van desde la fundación de la Ciudad, en 1531, a la Revolución Mexicana, pasando por la heroica batalla del 5 de mayo de 1862 y el sitio de Puebla en 1867.
A veces recorridos por monjes, a veces por soldados, imagina cómo se usaron para defender a la Ciudad; la caballería del General Zaragoza, la artillería del Ejército de Oriente y los hombres del vecino cuartel de rurales, corriendo por aquí.
Por los tramos más anchos y altos paso la caballería, en su trayecto al campo de batalla, las trincheras y los Fuertes de Loreto y Guadalupe, detente un momento y piensa en los héroes que pasaron por aquí, mexicanos anónimos que junto a sus fusiles, portaban el orgullo de la patria, el día que “las armas nacionales se han cubierto de gloria”.
Recorrer el Pasaje 5 de mayo es como estar dentro de un “Túnel del Tiempo” en el que tu imaginación te puede transportar a diferentes épocas y acontecimientos que son parte de nuestra historia.
Fotos: Es Imagen / Jafet Moz / Ángel Flores
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