Siempre tuve temor de resultar positivo en la prueba del Covid-19, por lo que las medidas de prevención que utilicé durante los meses siguientes al confinamiento, fueron hasta cierto punto exageradas, pero me daban tranquilidad a mi y a mi familia.
El temor venía de la incertidumbre, porque todo lo que escuchábamos hasta entonces, era totalmente diferente para cada caso, y ciertamente, se viene a complicar mas cuando los muertos del día son personas a las que conoces, has tratado y no te imaginas que pudiesen haber tenido un problema así, por edad, salud, etc.
El miedo que te provoca saber que no hay camas de hospital, que no hay tanques de oxigeno disponible y que al gobierno le importa un cacahuate si te contagias o no, resulta realmente frustrante.
Con 57 años y 110 Kilos de peso, además de saber que fumé hasta los 35 años, pues me parecía que era el candidato ideal para que el virus se volteara a verme y se metiera a mi cuerpo.
La pregunta que me hacía era, de que manera me va a atacar y de que manera va a responder mi cuerpo y sus defensas para hacerle frente al caso, para esto, todos los días tomaba vitamina C, vitamina D y zinc, como medida preventiva adicional.
Prácticamente 11 meses después de que en nuestro país se detectara el primer caso de contagio por coronavirus, el lunes 8, ante la presencia de ciertos síntomas ajenos a lo normal, me realicé la prueba correspondiente y el resultado fue positivo.
Temperatura de 38 grados y un dolor de cabeza poco usual fueron el detonante. Desde ese que se considera el día 01 hasta el día de hoy, ya vamos en el día 09, de lo que los doctores afirman que son los primeros 14 días de cuidados importantes, los síntomas no han cambiado, persiste el dolor de cabeza, ya no tengo fiebre, pero mi cuerpo presenta un agotamiento especial, diferente a los que se vive después de una larga jornada de trabajo o después de haber hecho ejercicio de manera importante.
Quizá el mejor consejo que me dio uno de mis mejores amigos, que ya pasó por esta experiencia fue, “Tigre, no combatas al bicho, déjate llevar. Si te exige dormir, duerme. Si te sientes cansado, descansa. Y no hagas más de lo que tu cuerpo te permita”.
Confieso que he estado muy cansado, sobre todo después de haber tenido una reunión por zoom, o después de haber dado una conferencia, o después de una llamada telefónica, pero fuera de eso, la verdad es que creo que me ha tratado con respeto.
Me dijeron también que una de las afectaciones que se presentan durante el confinamiento por contagio es el cambio radical del estado de ánimo, que unas veces se quiere llorar por nada, otras se enojan por todo y otras se sienten culpables de todo. Creo que hasta en este tema me ha ido de maravilla, según yo, no me ha cambiado el carácter y no he tenido altibajos en mis reacciones.
Afortunadamente mis pulmones están funcionando de maravilla, no ha sido necesario utilizar oxigeno suplementario, la oxigenación es constante y no presento dolores corporales.
Vamos por 6 días más y sin bajar la guardia, le seguiremos haciendo frente al virus.
Lo más difícil para mi en estos días de contagio, ha sido saber que grandes amigos perdieron la batalla que yo estoy todavía librando.
Humberto Rice en Mazatlán, Roberto Castrezana y Rodrigo López Sainz en Puebla, Betty Yamamoto en León. Para ellos mi recuerdo siempre cariñoso y sincero.
Y para los que no han pasado por esta experiencia, les pido que extremen precauciones. Cuídense lo más posible. El virus está más cerca de lo que imaginamos.
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