Si a inicios de la década de los noventas la radio poblana vivía una auténtica revolución, ni se diga lo que se presentaba en los medios impresos, en donde la aparición de La Jornada de Oriente y El Universal para luchar palmo a palmo contra el Sol de Puebla, Cambio, Momento y El Heraldo, significaron un cambio significativo en los medios de comunicación en la entidad.
A inicios de los noventas, el periodista Rodolfo Ruiz Rodríguez encabezó el medio más influyente de esa década, El Universal Puebla-Tlaxcala, el cual, pasó de ser un encarte en el medio nacional a un diario de circulación local y con notable peso dentro del círculo político y empresarial.
Ruiz contaba con el apoyo del presidente de este medio, Juan Francisco Ealy, y del director, Roberto Rock, así como con el financiamiento de la iniciativa poblana ligada a la derecha, encabezada por Jorge Espina Reyes y los hermanos, Juan José y Pablo Rodríguez Posada, así como otros importantes empresarios.
Estos personajes encabezaron un proyecto que haría época y se convertiría, de la mano de Ruiz, en la mejor escuela de periodismo de Puebla.
Por sus filas pasaron los mejores reporteros de ese tiempo, Martín Ruiz, Arturo Luna Silva, el mejor periodista de nota roja, quien posteriormente se convertiría en el jefe de redacción y columnista de este impreso, Carlo Pini, Isabel Tobón, Mónica Pimental, el hombre que revolucionaria la manera de hacer columna en Puebla y que marcaría una forma y un estilo personal, Mario Alberto Mejía, el mejor reportero de Finanzas, Alejandro Mondragón, Mauricio García León, Monika Arteaga, Beatriz Gutiérrez Müller, Edwins García, Blanca Patricia Galindo, Dulce Liz Moreno, Mónica Azcárate, uno de los mejores reporteros de crónica, Guillermo Pimentel, el mejor periodista deportivo a inicios de los noventas, Ricardo Hernández Esparza, quien dejo al grupo Tribuna, Pablo Arana, Miguel Valtierra, Erick Becerra, Carlos Villanueva, Fernando Pérez Corona, Zeus Munive, Alejandro Rodríguez y muchos más que marcarían una época dentro del periodismo poblana.
Nadie puede negar que El Universal Puebla-Tlaxcala fue el periódico más influyente de su tiempo, con un verdadero “dream team” de periodistas locales y también foto periodista, como Rafael Durán, Raúl Rodríguez Bautista, Rodolfo Pérez, Rodolfo (El gato) y muchos más que escapan a mi memoria.
Durante el sexenio de Manuel Bartlett Díaz, El Universal varias veces puso en jaque a la administración estatal, lo que muchos dicen que era para que la derecha poblana la cual estaba detrás del proyecto, obtuviera prebendas.
El periodista Mario Alberto Mejía ha afirmado en varias ocasiones, que Rodolfo Ruiz, permitía que se criticara a cualquier personaje de la administración estatal menos al entonces director de Comunicación Social, Raúl Torres Salmerón, con quien tenía una muy buena relación.
En el año de 1995, el empresario, Gabriel Hinojosa Rivero, cobijado bajo las siglas del Partido Acción Nacional, puso fin a la hegemonía del PRI en Puebla capital, de hecho, el albiazul ganó las presidencias municipales en una buena parte de la zona conurbada.
La relación entre la iniciativa privada de Puebla y el gobernador Bartlett se volvió tensa, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Jorge Espina Reyes, no era bien visto, ni mucho menos recibido en casa Puebla, comenzaba un periodo muy tenso entre las cúpulas empresariales el mandatario estatal, quienes manejaban los principales proyectos de obra pública en la ciudad, como la construcción del periférico en manos del consorcio poblano para la construcción, el centro de convenciones y la Feria de Puebla.
Bartlett tomó venganza de la iniciativa privada de Puebla y las “presas” fueron el Comité de la Feria, cuyo presidente era, Alfredo Miranda y la Junta de Mejoras, el cual estaba encabezada por Herberto Rodríguez Concha.
De todo esto dio cuenta a través de sus páginas El Universal, quien dio a conocer el escándalo por los desvíos de recursos de la Feria de Puebla, a la empresa PEI propiedad de Miranda López, quien pintó en un mismo año hasta seis veces este inmueble. Se auto vendía el producto.
Lo mismo ocurrió con la Junta de Mejoras, organismo el cual por ley recibía un porcentaje del presupuesto del Ayuntamiento de Puebla, para la realización de obras y financiamiento de publicaciones, como el inmortal libro “Las calles de Puebla” de Hugo Leicht.
Tanto a Miranda como a Rodríguez Concha se les acusó de desvío de recursos, la situación entre la iniciativa privada de Puebla y gobierno del Estado era tensa.
La derecha poblana pensó que iba a poder manejar fácilmente al nuevo presidente municipal de Puebla, Gabriel Hinojosa, quien pensaban iba a ser un títere, pero no fue así, el nuevo alcalde capitalino, no era para nada un hombre dócil y fácil de manipular.
Mario Alberto Mejía dejaba plasmadas sus mejores crónicas desde el Congreso local con la bancada panista en donde estaban entre otros, Felipe Puelles Espina, Jorge Enhlinger Coughlan, Ángel Alonso Díaz Caneja.
También dejaba en claro el fraude que era la recién creada Comisión Estatal Electoral, que era manejada por el operador electoral de Bartlett, José María Morfín Patraca, “El Chema” Morfín, Mejía y Munive evidenciaron a los famosos “Prócoros”, consejeros electorales a modo, financiados desde Casa Puebla por el entonces secretario de Gobernación, Mario Marín Torres y su operador, Javier López Zavala, quienes recibieron “dos melones y dos sandías”.
De ese tamaño era El Universal de Puebla en los noventas.
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