Como ya lo vimos, a inicios de los noventas, los medios de comunicación poblanos vivían una auténtica revolución.
La competencia se hacía real tanto en la radio como en los medios impresos e incluso en las escuelas de comunicación.
En el entonces grupo ACIR Puebla, Javier López Díaz, luchaba por desbancar en el cuadrante al hombre que inicio los noticieros radiofónicos en Puebla, Enrique Montero Ponce.
Injustamente, Javier ha sido muchas veces menospreciado por su competencia; incluso, tontamente sus opositores alegaban que su incipiente éxito se debía a que regalaba pasteles. No, su fórmula tuvo mucho de sentido común, algo que a muchos les hace falta. López Díaz, se dio cuenta que había que estar cerca de la gente, así de fácil, así de sencillo.
A inicios de 1993 las transmisiones de su noticiero se hacían, ya desde el lugar de los hechos. “La ciudad despierta”, sin duda fue su primer éxito, trasmisiones en vivo por parte de todo su equipo, en colonias, juntas auxiliares, fiestas patronales, ruedas de prensa, ceremonias cívicas, ahí estábamos quienes componíamos su equipo.
Los noticieros “A tiempo” también cambiaron de nombre, se convirtieron en “Radar”, el nombre que aún conservan, bajo el mismo concepto, información cada hora, de lunes sábado.
El equipo comenzó a sufrir cambios, se fueron, Adolfo Flores Fragoso, Flavia Elizabeth Moncada, Antonio Cuéllar Montiel, Hilda González Bernal y Salvador González Jaramillo.
Para suplir estas bajas llegaron. Miguel Ángel Alfaro Barragán, Ana Jaqueline Valerio Venegas, Israel Valero, Raúl Méndez Macías, entre otros.
No era fácil hacer periodismo cuando tu jefe a la vez es un político, cuya carrera es ascendente y además es el presidente municipal en turno.
Rafael Cañedo Benítez era el alcalde capitalino y sostenía una relación “complicada” con el gobernador en turno, Manuel Bartlett Díaz, quien tenía acotado al edil, a través del contralor, Antonio Fernández Brito, gente del entonces titular de la Sedecap, Jorge Estefan, y también, a través del síndico municipal, Ricardo Méndez Haces, un empresario ligado más a la derecha poblana y cuyo éxito comercial se debía a su empresa “Dulces Anáhuac”, una de las principales exportadoras de la entidad, su producto “estrella” una paleta llamada “Chipileta”, se logró vender en más de 40 países en el mundo.
Pero retomando el tema, no era fácil hacer periodismo si tu jefe es el presidente municipal y un político en crecimiento.
Salvador González Jaramillo dejó el noticiero para irse a trabajar al ayuntamiento con Cañedo, “Chava” cubría la fuente municipal, Javier decidió que Miguel Ángel Alfaro cubriera la fuente del ayuntamiento, en tanto, yo me hice cargo de la iniciativa privada que había quedado acéfala por la salida de Hilda González Bernal.
Al principio no me gustó mucho cubrir la fuente de la IP, se trataba de un sector muy “especial”. Muchos de sus actores políticos estaban ligados a la derecha poblana o, mejor dicho, eran las verdaderas cabezas de la derecha poblana (Yunque).
Hay que reconocerlo, en ese entonces había verdaderos líderes empresariales, no la caricatura de los de hoy: el sector empresarial, tenía de verdad un peso específico en la vida política de la entidad.
El entonces vicepresidente del Consejo Coordinador Empresarial, Jorge Espina Reyes, comenzaba a despuntar, al igual que Carlos Solana Pumarino, presidente de la Coparmex.
Al término de la gestión de Humberto Ponce de León Ahumada, Jorge Espina Reyes se convirtió en presidente del CEE. Alfonso Tenorio Castilleros, ex presidente de la Canacintra, tomaba el control de la “influyente” cámara de la construcción.
Jóvenes egresados de la UPAEP y no es casualidad, operaban las oficinas de comunicación y las direcciones de los principales organismos empresariales de Puebla.
Mariano Muñoz era el titular de Comunicación Social del CCE, Rafael Cerezeda era el director de la Coparmex, Abel Hernández, dejaba las filas de Javier Sánchez Galicia, quien había sido mi maestro de publicidad y propaganda en la Madero y en ese entonces despachaba como subdirector de Comunicación Social del gobierno de Bartlett, para incorporarse como director de Comunicación de la CMIC, Gerardo Alfaro estaba a cargo de la comunicación de la Canaco y la Canacope.
Yo desconocía la fuente empresarial, la cual dominaba Alejandro Mondragón, quien había estudiado en la UPAEP y había sido director de la Coparmex, era el reportero “estrella” del periódico “El Financiero” en su edición Golfo Centro, que era dirigido por Socorro López Espinosa.
Yo tuve que hacer alianza y amistad con dos extraordinarios, en ese entonces jóvenes reporteros, Cirilo Ramos y Mauricio García León, más tarde también de manera coyuntural, establecimos alianza con mi querida Rubí Soriano, quien comenzó a manejar una serie extraordinaria de relaciones y de fuentes.
Cirilo trabajaba para El Financiero, Mauricio para Radio Oro y Momento, Rubí para “La Radiante” y yo para ACIR.
Jorge Espina Reyes estableció una muy buena relación con el gobernador Bartlett, de tal forma que llegó a tener derecho de “picaporte” en casa Puebla, tan es así que logró colocar a uno de los suyos al frente de la Feria de Puebla, el ex presidente de la USEM, Alfredo Miranda López.
La derecha poblana cogobernaba de la mano de Bartlett, pero vendría una ruptura con el gobernador y también una ruptura en el noticiero “Buenos Días”, que cambiaría las cosas.
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