Como casi siempre en mi vida, el comienzo en la redacción de Javier López Díaz no fue el mejor.
Su noticiero contaba con una redacción sólida, integrada por gente como Adolfo Flores Fragoso, Antonio Cuéllar Montiel, el propio Fermín Alejandro García Hernández, Salvador González Jaramillo, Irma González Bernal, Berenice Sánchez Nava, Alejandra Delgadillo Morán, Silvestre Salazar Aguilar y en la coordinación de los entonces noticieros “A tiempo”, con Flavia Elizabeth Moncada y Yirath Aguilar Miranda.
Yo era el nuevo en la redacción y formalmente no estaba bajo contrato, solo a prueba y sentía que perdía el tiempo, pues no salía de la oficina a buscar a la calle, me la pasaba encerrado en la redacción, dándole vueltas a los boletines y practicando el formato de noticias de los noticieros que encabezaba Javier, en donde las notas eran o tenían que ser, de no más de un minuto con todo y audio.
También aprendí a grabar y a operar los noticieros que se transmitían cada hora en la hora, desde las 8 de la mañana, hasta las 8 de la noche de lunes a sábado, como actualmente continúan.
Así transcurrieron tres meses y yo, ya estaba francamente aburrido y desilusionado de la decisión que había tomado, pensé que nunca iba a haber una oportunidad para mí.
La diosa fortuna, como casi siempre en la historia de mi vida, intervino. Jugando futbol en el seminario mayor con el equipo de la universidad, en contra de los Toros de la Ibero, sufrí una fractura de la falange del dedo pulgar de mi pie izquierdo, el que precisamente, es indispensable para poder caminar, ya que te da el impulso necesario para poder hacerlo. En pocas palabras no podía caminar y solo podía hacerlo con muletas.
Luego de ser enyesado, acudí hablar con Javier para agradecerle la oportunidad y decirle que no estaba en condiciones de seguir y me fui de Grupo ACIR, esa había sido mi primera experiencia y había sido un tanto cuanto frustrante.
Transcurrió un mes, luego de la fractura y por fin, me liberaron del yeso que me habían colocado en la pierna, pensé que me había ya quedado fuera del medio, era volver a empezar.
Un día caminaba por el pasaje del Ayuntamiento de Puebla, cuando vi a lo lejos a un personaje al cual ya conocía y que me caía muy bien, Miguel Ángel Alfaro Barragán (QEPD) y quien trabajaba con Carlos Martín Huerta Macías, en su noticiero que se transmitía en la entonces “Stero Rey” 92.5 de FM, la cual tenía sus oficinas en el edificio del Sanborns del Centro en el último piso.
Alfaro me saludó muy cordialmente y me comentó que se iba a grupo ACIR y dejaba “Primero Noticias”, me dijo que me iba a recomendar con Huerta para ocupar su lugar. Acepté de inmediato.
Fui a ver a Carlos Martín y le comenté cual era mi experiencia, me dijo, que pagaba 350 pesos mensuales, lo cual me pareció mucho mejor a lo que inicialmente había percibido y de inmediato acepté.
Los siguientes meses y puedo así decirlo, fueron tal vez de los mejores en mi carrera periodística, su redacción estaba integrada por tres mujeres y yo, Verónica Vélez Macuil, Ruth Piedrahita y Claudia Hernández Medina, a quienes nunca voy a olvidar.
Hicimos un gran equipo, Vero cubría Gobierno del Estado, Ruth iniciativa privada y UAP, Claudia el Ayuntamiento de Puebla y yo, partidos políticos y Congreso del Estado.
Casi todos los viernes, al terminar el noticiero de la tarde, íbamos a comer los cinco a las fonditas de comida que proliferaban sobre la calle 2 Oriente, fueron buenos tiempos, hay que reconocerlo.
Ruth Piedrahita y yo, aún estudiábamos y ambos lo hacíamos en la Madero, así que éramos los últimos en ir a grabar al viejo edificio de la 2, el cual era literalmente de espantos.
Como a los seis meses de trabajar con Carlos Martín, iba cruzando el viejo pasaje del Ayuntamiento, cuando otra vez la diosa Fortuna tocó a mi puerta. Iba a toda prisa para enviar mi información para el noticiero de la tarde cuando de pronto me cruce con Javier López Díaz, quien caminaba rumbo al Palacio Municipal.
Me quede muy confundido, me gustaba mucho trabajar con Carlos Martín y su equipo, me sentía muy cómodo, el ambiente era sensacional, realmente había camaradería, pero la oferta era muy tentadora. Era un miércoles.
Finalmente, me arme de valor y el viernes le pedía a Carlos Martín, el poder hablar con él, le platique de la oferta que me había hecho López Díaz y le dije que la iba a aceptar.
Realmente me dolió darle las gracias y creo que a él también, aunque no creo que lo haya asimilado muy bien y más tarde esto derivaría en un episodio muy triste de mi vida y el cual nos alejaría para siempre.
Todavía alcance a recomendarle a alguien para ocupar mi lugar en su redacción, a mi compañero de salón, Fernando Pérez Corona, quien aseguraba que él, no iba a ser reportero.
El lunes me presente con López Díaz, a las 9 de la mañana en punto, cuando terminaba su noticiero en ese entonces.
Ahora si…ya era parte de su equipo.
Twitter: @riva_leo