Si hoy fueran las elecciones estatales, seguramente ganaría el partido de López Obrador. El PRI vive desprestigiado y se ubica en una lejana tercera fuerza y el PAN, por otro lado, es un enfermito que está en terapia intensiva: entubado, con sonda, sueros, en una situación verdaderamente crítica.
Morena trae la fuerza y el bono democrático del presidente. Los críticos priistas y panistas en redes sociales y una buena parte de la prensa nacional no han logrado trascender fuera del círculo rojo.
No obstante, Morena en Puebla enfrenta a unos verdaderos demonios: ellos mismos.
En el Congreso del estado, por ejemplo, ya se crearon dos grupos, los que apoyan a Luis Miguel Barbosa y los que apoyan a Alejandro Armenta. El diputado Emilio Maurer fue uno de los primeros en disparar a través de su cuenta de Twitter contra el oriundo de Acatzingo: “Ahí viene, ahí viene, Mario Marín ahí viene”.
Héctor Alonso, por su parte, ya enfermó a Luis Miguel Barbosa, pues en un video (que ya se hizo viral) asegura que el ex candidato gubernamental tiene problemas de la vista por su diabetes y recuerda que le amputaron una pierna por lo que en una contienda electoral le costaría mucho trabajo recorrer el estado y correrían el riesgo de que si ganara ya no llegara a concluir su mandato, por lo que, otra vez habría nuevos comicios.
Una más: José Juan Espinosa ataca de manera directa a Fernando Manzanilla, secretario general de Gobierno, pues lo acusa de usar su cargo para beneficio electoral.
Y no solo eso, pues la diputada de Ajalpan Inés Parra en una reunión interna le intentó corregir la plana a su dirigente nacional Yeidckol Polevnsky, pues recientemente dijo: “ De cara a cara te exhorto a que te comportes como presidenta del CEN y no como coordinadora de campaña del ex senador Barbosa (…) ubícate compañera.”
Y si sumamos la cacería que traen contra la alcaldesa Claudia Rivera desde que ganó las elecciones y cómo la han tratado Yeidckol Polevnsky, Luis Miguel Barbosa, José Juan Espinosa y los regidores que reciben línea del ex senador, concluiríamos que en Morena se vive una cena de negros (perdón por sonar racista, no es la intención).
El peor enemigo de Morena es Morena.
Son ellos mismos que están cavando su tumba al exhibir sus deficiencias y diferencias. En un acto de canibalismo político se ha convertido el partido en el poder sin que nadie los detenga, llevando a lavar la ropa sucia en público. La máxima dice que en tiempos electorales la ropa sucia se lava en casa.
Por eones la izquierda ha sido sectarista, no es nada nuevo. Lo nuevo es que llegaron al poder por la fuerza del candidato López Obrador y si mantienen esas prácticas de dividirse pueden perder lo que ya habían conseguido.
Morena en Puebla vive la borrachera de poder, están en el clímax de esa luna de miel pero no observan que también son vulnerables por ellos mismos. Si alguien no les da un manotazo en la mesa y pone orden, bueno, podrían enfrentar su primera crisis electoral.
Morena es el lobo de Morena y los de Morena no se han dado cuenta.
Ilustración: Alejandro Medina
Columnistas, Noticias Destacadas