La carta que redactó el presidente con algunos de sus asesores me parece que cumplió con su objetivo: que la opinión pública, los medios de comunicación y las redes sociales, hablen de eso durante varias horas del día, mientras que el país se cae a pedazos y pocos se detienen a señalar eso.
Los hechos sucedidos durante las últimas semanas en nuestro país, no son menores y deberían ser analizados, investigados, denunciados y castigado a los culpables.
En materia de seguridad, el fusilamiento de 17 personas en San José de Gracia; el asesinato de 10 personas en Atlixco; la violencia desatada o provocada en un partido de fútbol en Querétaro, así como los 11 feminicidios que diariamente se cometen en nuestro país es alarmante.
En materia de salud, si bien es cierto que ya se ha superado lo peor de la pandemia, también es cierto qué hay desabasto de medicinas, que no hay medicinas para los niños con cáncer y que el sistema de salud está colapsado.
En materia económica estamos ante un escenario de recesión técnica, de caída en la inversión extranjera y pauperización del salario de los trabajadores.
En materia de transparencia y combate a la corrupción no hay avances, al contrario, hay retrocesos muy graves y eventos que deben ser señalados: el caso de «La casa gris», del hijo del presidente, no ha sido aclarado por la autoridad.
Hubo o no conflicto de interés y corrupción, por el solo hecho de habitar una casa de un alto funcionario de una empresa contratista de Pemex, con la consabida falta de transparencia en la asignación de los contratos.
No se nos debe olvidar que México ha sido ubicado en el lugar 124 en el índice de percepción de la corrupción entre los países en el mundo.
En materia de impartición de justicia, los señalamientos contra el fiscal general de la República son altamente perjudiciales, no solo para el gobierno, también para la justicia misma.
Un fiscal que utiliza su cargo para esconder su riqueza, perseguir a personas inocentes y manipular ministros y expedientes, es motivo de escándalo, aunque tenga la confianza del presidente.
Claro, el presidente no quiere que se hable de esto, por eso prefiere que se hable de otro distractor, su carta enviada al parlamento europeo, en donde no redacta ni se comporta como jefe de estado.
Por eso, insisto que no son iguales, son peores.