Vámonos para atrás, pensemos en enero del 2004: don Guillermo Pacheco Pulido aparecía, otra vez, en la lista de los aspirantes a la gubernatura de Puebla, obvio, el favorito era Mario Marín Torres, no porque lo quisiera Melquiades Morales Flores, sino porque las condiciones se le acomodaban al llamado “Góber precioso”.
Quien esto escribe reporteaba para el diario Intolerancia y se acercó a don Guillermo:
-Don Memo, ¿quiere ser gobernador?
-Sería un honor tener esa responsabilidad.
-Pero su edad, ¿le alcanza?
-Me quieren de gobernador, no de semental.
A sus casi ochenta y seis años, don Guillermo logró el sueño de toda su vida: haiga sido como haiga sido.
A partir de las 17:45 horas de del 21 de enero del 2019 la historia de Puebla cambia radicalmente: la gerontocracia tiene las llaves de Casa Puebla.
Y uno de los que hay que valorar en esta elección casi unánime (40 de 41 votos) es el líder político o heredero del morenovallismo, José Antonio Gali Fayad, quien si bien jugó con dos cartas: Rodríguez Almeida y Gerardo Islas, al final, entendió los tiempos y decidió, por el bien del estado de Puebla, que el grupo declinara por don Guillermo Pacheco.
Lo dijimos viernes, lo repetimos ayer y lo reiteramos hoy: Tony Gali es quien lleva las negociaciones del grupo morenovallista y, muy a su estilo, no va a poner en riesgo la gobernabilidad del estado, por ello los diputados del Frente se apostaron al final por don Guillermo Pacheco.
No se hagan bolas: la línea al final fue de Tony Gali, quien entendió y sí cumplió los acuerdos.
Don Guillermo tiene varios retos en estos pocos meses que gobernará: lograr tranquilizar y conciliar en la sociedad. Enfriar toda la polarización que se vive, actualmente. Sacar un proceso electoral limpio y que como gobernador no se cargue a favor ni de Morena ni del PRI (de dónde proviene).
Ser transparente en el uso de recursos públicos. Hacer que la fiesta se lleve en paz, o como diría el doctor Toxqui: que se cancelen los odios y los rencores.
Todos estaremos atentos a partir de hoy de su actuar, pues el caso Puebla no está fácil: inseguridad, robo de hidrocarburos, guerras entre panistas y morenistas, un Congreso del estado dirigido por gente que se siente dueña del poder: José Juan Espinosa y Gabriel Biestro.
Y habrá otros temas que veremos cómo actúa: ¿Qué hará sobre el tema de la Ley Bala?, por ejemplo
¿Qué hará con respecto a la privatización del agua potable?
Los morenistas quieren reabrir las cuentas públicas de Rafael Moreno Valle, ¿qué línea dictará al Congreso del estado?, ¿buscará culpables?, ¿tratará de tranquilizar los ánimos protagonistas de los líderes de Morena?
¿Qué hará con la guerra que trae Luis Miguel Barbosa contra la alcaldesa de Puebla, Claudia Rivera?, ¿llamará a la calma a los grupos?, ¿atizará el fuego contra la presidenta municipal de Morena?
¿Será un verdadero conciliador?
¿Cómo serán estos meses con don Guillermo?
¿Respetará al gabinete actual?
Puebla es otra a partir de ayer y las elecciones que a él le tocan organizar serán las más vigiladas por propios y extraños en la historia reciente de Puebla.
El ex alcalde de Puebla definirá el miércoles si participa o no en la elección extraordinaria. No obstante, hay que aclarar que su renuncia no fue un berrinche ni su cabeza fue a cambio de que Rodríguez Almeida quedara en el interinato, como trascendió.
Su renuncia como jefe de la oficina del gobernador fue porque quien lo llamó fue Martha Ericka Alonso a ocupar ese cargo y, lamentablemente, ella no está desde el 24 de diciembre, pasado.
Banck, desde el domingo, tenía claro que llegara quien llegara ya no era su proyecto. Nada personal.
En pocas palabras, Banck estaba por un tema de amistad y lealtad con Rafael Moreno Valle y su esposa.
Columnistas, Noticias Destacadas