Dice Genoveva Huerta que el PAN es un partido de puertas abiertas y tiene razón, pues en menos de un mes ya se le salieron dos diputados de su minibancada local: primero Marcelo García Almaguer y luego Maricarmen Saavedra. De tan abiertas que están sus puertas, la dirigente estatal no se fija cuando la gente ya no quiere estar en su partido.
A Puebla llegó Héctor Larios como delegado especial para las elecciones extraordinarias, al inicio, muchos respiraron. Los militantes confiaron en que le daría forma a un PAN estatal que ya no tiene ni pies ni cabeza, pero se dieron cuenta al paso de los días que no, que estaba igual de perdido que su dirigente nacional Marko Cortés.
De hecho, la idea de sancionar a sus legisladores locales por no respaldar a Rodríguez Almeida, como gobernador interino, vino desde el CEN panista y desde ahí se buscó darle la espalda a Antonio Gali Fayad al nombrar como coordinadora de la bancada blanquiazul a Mónica Rodríguez Della Vecchia, quien ayer se aventó una puntada brutal al justificar la salida de Maricarmen Saavedra: “los panistas no le tememos a la derrota”.
“¿Los panistas no le tememos a la derrota?”, es en serio que eso dijo y parece un dislate o, en el mejor de los casos, un exceso de honestidad que vaticina lo que les ocurriría el próximo mes de junio.
Aunado a toda esta crisis, que día a día se va documentando, está la cachetada con guante blanco que les propinó esta semana Antonio Gali Fayad, al anunciar que su hijo no participará en los comicios estatales extraordinarios.
Gali jamás traicionó al PAN porque de entrada nunca fue panista. Fue Rafael Moreno Valle quien vetó a su primogénito para que contendiera en el primer lugar de la fórmula al Senado, posteriormente, enviaron al sótano de las candidaturas plurinominales a Xabier Albizuri y lo dejaron sin posiciones en el gabinete de Marta Erika Alonso.
Tras la trágica muerte de la pareja Alonso-Morenovalle, un grupo de panistas comenzaron a circular la versión de que Tony Gali había traicionado. Utilizaron como base que él como gobernador liberó de la cárcel a Dulce Sánchez esposa de César Yáñez y que el propio Gali firmó como testigo de honor cuando la pareja morenista se casara aquí en Puebla.
Tampoco les gustó que Gali fuera uno de los que encabezara las reuniones en Bucareli para elegir al gobernador interino, se les olvidó que él sí era conocido de Olga Sánchez Cordero, que Luis Banck dirigió un discurso que no agradó a la titular de Gobernación y que un grupo de morenovallistas lanzaron consignas contra la funcionaria, sugiriendo un asesinato pensado desde el corazón de la cuarta transformación.
Hoy Gali goza de cabal salud política, pues como nos dio a conocer Ricardo Morales hace unos días en su columna, es amigo de los dos principales operadores del actual gobierno poblano, Fernando Manzanilla y Jorge Estefan Chidiac, con éste último ya fumó la pipa de la paz.
Además, encabeza para México el proyecto de Smart City que ha venido construyendo desde que rindió protesta como alcalde en el 2014. Nunca redujo su bono democrático y siempre fue la mejor carta que tuvo el PAN sin ser panista. No hay que borrarlo ni a él ni a su hijo en el 2021 o en el 2024, pues con la plataforma que tiene seguirá en activo solo que en distinto aparador.
Mientras tanto, en el PAN lo ven con recelo, odio, envidia y más ahora que ese partido se lo pelean las viejas familias custodias quienes hacen todo para perder, al fin que como dice su líder de bancada: no le temen a la derrota.
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