El mundo ya se detuvo como consecuencia del aislamiento social, la condición de moda que todos hemos asumido como políticamente correcta. Y quizá lo sea en el corto plazo pero pocos se han detenido a pensar en el mediano plazo. Lo que estoy a punto de decir puede resultar incómodo para gran parte de mis caros lectores y los entiendo. Sin embargo, creo que es necesario formular preguntas que nos lleven a soluciones alternativas, pues lo costos previstos por este aislamiento social “políticamente correcto” serán muy graves, desastrosos.
Lo primero que pregunto es ¿Qué ganamos con quedarnos en casa? La respuesta es obvia, no contagiarnos y con ello evitar que el virus se propague. La siguiente pregunta ¿Cuántas semanas tendremos que estar encerrados para alcanzar el objetivo de reducir la propagación del virus? De acuerdo con la información que tenemos, el periodo de incubación del virus COVID-19 de un máximo de 14 días, tiempo en el que el portador puede contagiar a otros sin presentar síntomas de la enfermedad. Lo que nos lleva a suponer que el periodo mínimo requerido es de 14 días, aunque habría que considerar que no todos se quedarán aislados y por lo tanto tendría que extenderse el periodo una o dos semanas más.
Siguiente pregunta ¿Cuánto le cuesta al mundo que las actividades económicas se paren durante un mes? Algo alrededor de un doceavo de su producto interno bruto, lo cual suma una cantidad enorme de dinero, aunque los costos pueden ser mayores porque tomará más tiempo regresar al nivel de actividad que se tenía antes de la emergencia. En el transcurso del aislamiento se perderán empleos, cerrarán y quebrarán empresas, y habrá que reorganizar muchas actividades económicas que saldrán severamente dañadas como el turismo, la industria manufacturera o el sector financiero. Nadie se va a escapar de la crisis económica ocasionada por la pandemia.
Dado el enorme costo que supone el aislamiento social tenemos derecho a preguntar ¿Cuándo todo termine ya no habrá riesgos de nuevos contagios? La respuesta es sí habrá riesgo, con un contagiado que quede por ahí todo podría suceder nuevamente. Recordemos que una sola persona en China ocasionó este desastre global. Entonces ¿Cómo podemos garantizar que la pandemia estará bajo control? Cuando pasen cualquiera de las siguientes situaciones: haya un tratamiento efectivo que hasta el momento se desconoce; cuando haya una vacuna probada la cual aún no existe y puede tomar hasta 18 meses su desarrollo, producción y distribución; o cuando una parte importante de la población hubiese producido anticuerpos para combatir al virus en forma natural.
¿Podemos sobrevivir en aislamiento social mientras se encuentra un tratamiento o se desarrolla una vacuna? No podemos. Creo que sucederán situaciones que nos obligarán a salir de las casas antes de que la pandemia esté controlada. En pocas semanas buena parte de los que viven al día como los dueños de pequeños negocios, comerciantes informales, meseros, acomodadores, albañiles, carpinteros, mecánicos, entre otros, ya no tendrán recursos para nada. Tenemos reservas limitadas de alimentos, combustibles y demás bienes de consumo primario. Si comienza a haber escasez de esos productos básicos habría discusiones, enfrentamientos, rapiña y violencia que podrían escalar y salirse de control.
Como no podemos esperar a que se desarrolle una vacuna o surja un tratamiento ¿Qué nos queda? Permitir que nuestros organismos creen sus propias defensas contra el virus. El aislamiento es la peor estrategia para lograr ese objetivo porque los anticuerpos se producen en organismos infectados.
¿Entonces debemos abortar el aislamiento social y salir todos a contagiarnos? No, eso sería un suicidio. Hemos aprendido de la enfermedad algunas cuestiones como que las poblaciones que aportan el mayor número de muertes son de adultos mayores y los que tienen sus defensas comprometidas por diversas enfermedades. Esos grupos de riesgo deben aislarse del mundo y esperar a que surja un tratamiento o una vacuna. El resto, la inmensa mayoría, tenemos mejores posibilidades de sobrevivir al contagio de coronavirus.
¿Qué probabilidad tengo de sobrevivir al contagio si soy una persona sana? Las cifras oficiales de la Organización Mundial de la Salud muestran que aproximadamente 4 de cada 100 casos confirmados muere a consecuencia del virus. El problema es que no sabemos cuántos contagios ocurren realmente ya que ningún sistema de salud tiene la capacidad de diagnosticar al 100% de su población. La única muestra de que disponemos en la que se hubiese diagnosticado a todo el universo poblacional es la del Crucero Diamond Princess. Con 2700 personas a bordo entre pasajeros y tripulación se contagiaron un poco más de 700. Alrededor de 2 mil personas a bordo ni siquiera adquirieron el virus y únicamente murieron 8, es decir, solamente un poco más de 1 de cada 100 infectados perdió la vida.
Si tomamos como muestra representativa el caso del Diamond Princess, debido a la varianza estadística, la tasa de mortandad es del 1.5% como máximo y del 0.5% como mínimo entre aquellos que se contagian. Eso significa que habrá muertes pero serán muchas menos que el 4% que muestran los datos de la OMS.
El aislamiento nos ha servido para adquirir conciencia de la enfermedad, reducir nuestra interacción social, mejorar hábitos de higiene, cuidar a la población más vulnerable y con todo eso evitar que ocurra una catástrofe como en Italia. Eso está muy bien, ahora tenemos que plantearnos la posibilidad de asumir el riesgo de regresar a nuestras actividades pronto, antes de lo previsto. Habrá muertes, sin duda. Habrá presiones para nuestro muy debilitado sistema de salud, es evidente. Los gobiernos pagarán costos políticos por esta decisión, así será, fueron electos para optar por el mal menor no para mantener alta su popularidad.
¿Existe una mejor alternativa que levantar el aislamiento social antes de lo previsto? No encuentro ninguna. Los gobiernos pagarán el costo político durante o después de la crisis sanitaria y la sociedad solamente está aplazando el contagio. Considero que el costo político se reducirá si se logran bajar los efectos económicos perniciosos y si se evitan la rapiña y la violencia social. Boris Johnson en el Reino Unido intentó optar por una estrategia diferente al aislamiento social pero la corriente pudo más que su gobierno. En un entorno de histeria colectiva no hay manera de presentar un pensamiento lateral capaz de contener el miedo e ir a contracorriente. El presidente López Obrador quiso pero no pudo explicar un plan alternativo, solo alcanzó a externar algunas muestras de su rechazo al aislamiento como los besos a la niña o las imágenes religiosas “que lo cuidan”; ni cómo ayudarlo.
Llevamos una semana encerrados. En ese tiempo hemos aprendido cosas importantes sobre los efectos del aislamiento, quizá ya sea tiempo de permitirnos pensar diferente y evaluar otras alternativas.
Foto: Es Imagen / Jacqueline Steffanoni
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