El problema del actual Ayuntamiento capitalino es su ausencia. Hay un vacío o al menos parece que no hay autoridad -y ya sabemos que en esto de la política lo que aparenta es. No hay comunicación con los grupos sociales, empresarios, medios, líderes de colonias y un largo etcétera. El Palacio Municipal es como una torre de marfil y nadie tiene acceso a los que ahí despachan.
Esa es una de las razones por las que los poblanos le dieron el voto a Enrique Cárdenas o de plano no fueron a las urnas. La capital poblana, en términos generales, le dio la espalda a la cuarta transformación y la responsable política del municipio se llama Claudia Rivera. Ella carece de liderazgo. No por ostentar un cargo quiere decir que goce de legitimidad y credibilidad.
¿Alguien sabe qué han hecho, qué harán, cuál es el plan de gobierno, cómo enfrentar la delincuencia, cómo reordenar a los ambulantes? La mera verdad es que no. Lo único que tenemos claro es que ya no habrá bolsas de plástico en algunos, no en todos, los comercios, pero de ahí en fuera quién sabe qué pretende hacer esta administración.
Así como van, van a pasar meses y meses echándole la culpa a los gobiernos anteriores, los cuales, por supuesto, también son responsables de lo que ocurre en la capital, con la salvedad que sus acusados ya no están. Ya se largaron. Y los actuales funcionarios fueron contratados para prevenir y solucionar, no para andar de plañideras.
El problema es que piensan que ganaron la capital por ellos mismos. Se les olvida que eran unos ilustres desconocidos y que ganaron por el efecto cascada que provocó Andrés Manuel López Obrador en el 2018 pero ellos no son AMLO.
Va otra vez por si no les quedó claro: los que trabajan en el ayuntamiento capitalino no son AMLO. Al ayuntamiento que encabeza Claudia Rivera le quedó muy grande la silla y ya vamos para ocho meses que se han hecho eternos.
Están en crisis política. No es una alerta porque ya se prendieron los focos rojos. Ni al gobierno federal ni al gobierno estatal que entrará en agosto les conviene que pierdan la elección del 2021 y así como van las cosas es un escenario muy posible. El PAN que no ganó pero se consolidó como la fuerza opositora en la ciudad puede -si son inteligentes- capitalizar y hacer una campaña de contrastes con la actual administración municipal.
Se ha corrido la especie en algunos círculos que ante esta situación se plantea llamar a Claudia Rivera Vivanco a un cargo a nivel estatal en el nuevo gobierno para que pida licencia y se pueda corregir el rumbo de la ciudad. Son rumores que cada vez llegan a más oídos y se ha dicho que es en el ánimo de darle una salida digna sin caer en cabildazos o solicitar que se revoque su mandato.
Tan mal están y tan carentes de poder que el cabildo no le debe ninguna lealtad. Ahí los regidores están divididos y les tienen más agradecimiento a Luis Miguel Barbosa y a Gabriel Biestro que a la propia alcaldesa.
Dicen algunos funcionarios de la comuna que el problema inició cuando Rivera fue secuestrada y encapsulada por un pequeño grupo de incipientes políticos que pretenden gobernar y ella se dejó aconsejar por esos personajes que están a su alrededor adulándola todo el tiempo.
También cuentan que le han acercado soluciones a la alcaldesa pero como el Son de la Negra: “a todos les dice que sí, pero no les dice cuándo”. Los escucha pero nunca les hace caso, pues ella siempre dice que esto es como el futbol y ella es la directora técnica que decide cuando hacer sus cambios y movimientos.
El peor mensaje que mandó el lunes pasado fue sostener a Lourdes Rosales al frente de Seguridad Pública, pues quiere decir que van a seguir igual. Es decir, hay vacío de poder. No hay quien gobierne la ciudad, no importa quien cobre o salga en la selfie de las redes sociales, no importa que se apoye de cuentas de troles y bots para defenderse, hay una gran ausencia de autoridad y eso se percibe.
Foto: Es Imagen / José Castañares
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