Con los resultados de ayer, el gobernador electo Luis Miguel Barbosa Huerta deberá analizar por qué fue tan alto el abstencionismo, en primer lugar, y en segundo por qué los municipios de Puebla y la zona conurbada –en los que gobierna Morena- no le favorecieron. Debe llamar a cuentas y hacer algo con la administración que encabeza Claudia Rivera Vivanco, así como el de Luis Alberto Arriaga y de Karina Pérez Popoca.
Barbosa trae el voto rural, esa es su fuerza. El urbano es donde tiene que poner su atención y ponerse a chambear y analizar seriamente si es que sus alcaldes no operaron o simplemente se les castigó en las urnas por su novatez. A partir de ayer no sólo se eligió al gobernador del estado, pues inició el proceso para la elección de los alcaldes en el 2021.
Y si nos vamos a los resultados y a los números, las elecciones intermedias son primordiales para la gobernabilidad y sobre todo si quieren mantener la capital del estado, las dos Cholulas, San Martín Texmelucan y Tehuacán. Si piensan sus alcaldes en reelegirse, de una vez les advertimos que mejor vayan a sus casas pues ya se vio que los ciudadanos no coinciden con la forma de operar de sus respectivos presidentes municipales.
En el caso del PAN, sus militantes deben correr a su dirigente Genoveva Huerta y hacer un análisis y una auténtica autocrítica, pues alguien puede decirme a dónde quedó el millón 150 mil de votos que obtuvieron el año pasado. La necedad y soberbia de Marko Cortés quedó en evidencia. Expulsó al morenovallismo, fortaleció a el Yunque y se quedó con el manejo de las prerrogativas de la campaña.
Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, fue uno de las viudas de esta elección. ¿De qué sirvió apoyar a Cárdenas y financiar a empresas para una guerra sucia? Sólo provocaron abstencionismo, y no movieron nada a favor. Una guerra sucia que no tuvo repercusión en favorecer, sólo provocó polarización.
De Cárdenas Sánchez sólo habría que decir: no es panista, no será panista y nunca supimos qué buscaba. Su campaña fue desorganizada, sin rumbo. Si la gente en la capital votó en contra de Morena es por un voto de castigo contra los ayuntamientos por el tema de la inseguridad y porque ya no les encanta la idea de López Obrador en la presidencia de la República y porque aún no saben qué significa eso de la cuarta transformación.
Cárdenas y Gabriel Hinojosa fueron malos operadores. Una mala campaña. El panismo tradicional debería estar feliz porque la puerta está abierta para retomar el control.
De Jiménez Merino sólo le podemos recomendar que apague la luz al salir y que le eche llave y seguro a las puertas para que no siga la fuga de militantes y operadores rumbo a Morena. Fue la debacle del PRI en Puebla y si siguen igual de soberbios con sus actitudes, quizá no desaparezcan, pero al menos sí seguirán en el olvido.
El análisis de lo que ocurrió ayer apenas comienza. Ya que hay muchas lecturas que iremos contando, pero de entrada las administraciones de Morena quedaron reprobadas por sus gobernados.
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