Si Yeidckol Polevnsky ya dijo que se escucha mejor PRI-MOR que PRIAN, es porque la línea de Palacio Nacional es aliarse con los priistas. “¡Es un PRI-MOR estar con Obrador!”, repitan: “¡Es un PRI-MOR estar con Obrador!”, y como bien han documentado los periodistas Ricardo Morales y Mario Alberto Mejía, ambos partidos ya bailan de cachetito rumbo a las elecciones extraordinarias.
No es mentira que el marinismo regresó de ultratumba y Mario Marín juega en dos carriles: Morena, con Luis Miguel Barbosa y Alejandro Armenta además del PRI con perfiles como el de don Rural, Alberto Jiménez Merino.
El PRI es un cascarón viejo que huele a podrido, pero con dinero y con la promesa de que regresarán por las llaves de Casa Puebla cinco años y medio, son capaces de recuperar mucha de la estructura que anda como la muñeca fea: escondida por los rincones y temerosa que alguien la vea.
Obvio esa marca no sirve de mucho, pero Morena es un partido en el poder y que ya hemos visto que sí lo saben usar, el mejor ejemplo es la llegada de don Guillermo Pacheco Pulido.
Polevnsky es quien tiene en la mira imponer a Luis Miguel Barbosa y con el reciente discurso de López Obrador en Huauchinango de que defenderán la elección para que “no les sea robada”, es claro que será parte de su estrategia de campaña.
Hay grupos que dicen que no será Barbosa porque terminó desgastado del proceso electoral pasado, pero la otra carta es Alejandro Armenta, quien ha venido desgranando la estructura priista para que juegue de su lado.
El senador Armenta en una encuesta ganaría por mucho a Barbosa. Lo rebasaría. No obstante, el oriundo de Tehuacán sea el abanderado favorito de la líder nacional de Morena y ella no se manda sola.
Ante esto ¿qué le queda al PAN?, ya no tienen candidatos, ni estrategas.
Luis Banck ya se bajó de la contienda, Eukid Castañón le dijo adiós a la vida política. El PAN solo cuenta con Eduardo Rivera pero no tiene el dinero para sostener una guerra electoral y el Yunque no sabe ganar, son los nacidos para perder. El dinero que tiene Rivera pues no le gustaría invertirlo en una contienda que se ve difícil.
La única carta real con la que cuentan es Antonio Gali López, el hijo del exgobernador, pues su papá tuvo buena aceptación como mandatario. La fórmula para esa contienda es que como abanderado vaya el Junior mientras que Tony Gali Fayad asuma la coordinación de la campaña estatal, de tal suerte que jale todos los positivos que dejó a su paso.
El problema es que Tony Jr., no es panista, es perredista. Y los panistas andan muy mareados y confundidos, divididos y enfrentados tras la muerte de la pareja Moreno Valle- Alonso Hidalgo, pregunten cómo estuvo la sesión extraordinaria del Consejo estatal del miércoles por la noche, salieron chispas.
Marko Cortés apenas está aprendiendo a hacer política y ya vimos que fue rebasado. Al parecer, no le gustaron los acuerdos que tomó Gali Fayad como heredero del morenovallismo con la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero y que se cumplieron en la sesión del Congreso del estado el pasado lunes.
Pobre Marko Cortés, a este lo cilindrea (maneja) Humberto Aguilar Coronado. Es evidente que desconoce de política.
El PAN si quiere ganar o por lo menos ser competitivo, tendría que ir en alianza otra vez con todos los partidos opuestos al PRI y a Morena, pero ya vimos ayer a Fernando Morales pidiendo su lunch a don Guillermo Pacheco.
Ese pollo quiere maíz.
Así como están ahorita los albiazules no tienen opciones; por ahí salió el nombre de Luis Ernesto Derbez, el rector de la UDLA, también del Yunque, no obstante, es muy poco tiempo para posicionarlo.
El PAN está en la lona. Necesitan un candidato competitivo y ese por el momento no milita en Acción Nacional.
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