Recuerdan a amigos y familiares que murieron en el terremoto del 28 de agosto de 1973

A 45 años, familiares y amigos recuerdan a las víctimas que fallecieron en el terremoto de 1973, donde pereció un gran número de personas, dejando diferentes daños en la región de Orizaba Veracruz, también se registraron colapsos en Oaxaca y la capital de Puebla.

El terremoto se suscitó durante la madrugada del 28 de agosto, con una magnitud de 7.3 grados en la escala de Richter, aunque el sismógrafo de Veracruz afirma que alcanzó los 8.7 grados.

El sismo afectó principalmente la Zona Centro de Veracruz, de Orizaba hasta Ciudad Serdán, con edificios destruidos, la destrucción de parte de la parroquia de en honor a San Andrés Apóstol, desplomándose la cúpula principal, afectando también la imagen del santo patrono “Padre Jesús de las tres caídas”.

Asimismo, gran parte de las viviendas fueron destruidas por completo a causa del Terremoto, así como daños en las comunidades, siendo la más afectada la del “El Veladero”, dejando cientos de muertos y gran devastación.

El terremoto fue sentido en la zona centro de México; incluso, se sintió en el estado de Veracruz, principalmente en Córdoba, y Orizaba, en la parte sur de Tamaulipas, Guatemala, Belice, El Salvador y Honduras con una intensidad muy leve.

Hoy en día se tiene conocimiento que los saldos de muertos fueron de entre mil y mil 200, pero con el número de edificios y viviendas destruidas, se hablaría de un total de 3 mil a 4 mil, la verdadera cifra de muertos, siendo el saldo de personas fallecidas el más grande en la historia del estado.

La historia

Hace 45 años, la población de Chalchicomula de Sesma o Ciudad Serdán se despertó más temprano que de costumbre. Eran aproximadamente las 3:45 horas de la madrugada cuando la tierra se vio sacudida por un movimiento telúrico de 7.2 grados de magnitud en la escala de Richter que tuvo una duración de casi 2 minutos, tiempo que fue suficiente para que cerca de 700 personas perdieran la vida, miles resultaran lesionadas y más de 2 mil 500 casas y edificios quedaran totalmente dañados.

La población dormía plácidamente, en la víspera de los festejos de la feria en honor a la imagen del Padre Jesús de las tres caídas que se conmemora el último domingo del mes de agosto, cuando su sueño fue interrumpido abruptamente por un aterrador meneo de la tierra que los primeros 15 segundos fue trepida torio y después, afortunadamente se convirtió en oscilatorio con una permanencia de más de minuto y medio.

La oscuridad aún reinaba y en las calles imperaba ya el miedo y la desesperación; la gente salió casi al unísono de sus casas, la gente corría despavorida para llegar pronto a sus casas y ver a sus familias. Todos querían saber que había ocurrido con sus hijos, esposas, padres, hermanos y demás familiares.

El dato

Según el centro meteorológico, el temblor fue de aproximadamente 7. 2 grados en la escala de Richter, algo que nunca había ocurrido en esta región: Y al llegar los primeros rayos del Sol, iluminaron a una zona totalmente arrasada, con muertos y heridos por doquier; casas y edificios destruidos, gente enlutada y triste por haber perdido a sus familiares y sus hogares.

A las 4:00 horas de esa funesta madrugada, del 28 de agosto de 1973, todo era confusión y alarma; los lamentos y gritos de la gente eran acompañados por el lúgubre ulular de las sirenas de las ambulancias que no se daban abasto para auxiliar a tantas personas lesionadas.

En menos de una hora, la Cruz Roja, los hospitales y clínicas de toda la región ya no tenían cupo para albergar a más heridos, por lo que se improvisaron albergues en los que médicos, paramédicos, enfermeras y voluntarios corrían de un lado a otro para atender a tanta gente que se quejaba por las lesiones recibidas, y otros, las menos afortunados, agonizaban.

A las 5 de la mañana, en los hospitales, clínicas y albergues, el panorama era aterrador; pacientes descalabrados y mutilados se veían por doquier, y algunos estaban irreconocibles con la cara y cuerpo totalmente ensangrentados.

Durante los días 29 y 30, por las principales calles de los municipios de la región «desfilaban» las carrozas fúnebres trasladando a los cementerios los cuerpos inertes de las víctimas de ese inolvidable y abominable sismo, que dejó una estela de muerte, desolación, destrucción y llanto, algo que nunca se había vivido.

El terror y la desesperación llego más allá de nuestras fronteras. «Chalchicomula quedó totalmente destruida e incomunicada», decía la gente, «hay muchos miles de muertos y más heridos y damnificados»; eran las noticias principales en los medios de comunicación masiva estatales, nacionales e internacionales.

De ese 28 de agosto aún quedan los recuerdos de los familiares y amigos que perecieron, así mismo se pueden observar en algunos edificios o casonas las huellas de aquel 28 de agosto de 1973.

agosto 28, 2018 - 9:20 am

Por: Jorge Barrientos

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