Finalmente, llegó el momento en que todos podremos ejercer el derecho a votar por las candidatas y candidatos a cargos de elección popular que se han presentado al electorado durante la campaña de los últimos dos meses.
Frente al proceso electoral más grande (por el número de elecciones que se llevarán a cabo ese día y por el número de cargos en disputa) ya es hora de que los ciudadanos nos expresemos en las urnas para emitir nuestra opinión.
De las muchas elecciones que se desahogarán el próximo domingo destaca, por el impacto que puede tener en el funcionamiento de las instituciones clave de nuestra democracia, la de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
Esta elección es fundamental para el futuro de México ya que en ella decidiremos si durante el segundo trienio de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador se mantendrá la actual composición del Congreso y la actual fortaleza del Ejecutivo o si, por el contrario, se construirán contrapesos y equilibrios para el ejercicio del poder.
Estoy convencido de que el poder Ejecutivo lleva en su esencia la vocación de extenderse. Los presidentes municipales, los gobernadores y los presidentes de la República aprovecharán siempre cualquier resquicio que les permita el sistema para ampliar su poder y su ámbito de influencia.
Hasta cierto punto esta es una condición natural de los poderes ejecutivos. Mientras menos límites encuentren frente al ejercicio del poder público más factible parece que puedan realizar todos los proyectos y programas que se plantearon al iniciar su mandato.
Mientras menos reglas que cumplir, menos requisitos que satisfacer, menos publicidad que ofrecer, menos controles que respetar, el poder siente que puede llegar mucho más lejos.
Y no cabe duda de que esa vocación puede estar alimentada de un genuino deseo de hacer el bien; puede ser que el gobernante crea con sinceridad que la ausencia de límites le permitirá disminuir el sufrimiento humano a niveles mayores que en otras circunstancias.
Puede ser que ese sea el ánimo que mueve la vocación de poder del Presidente López Obrador.
Sin embargo, aunque esa vocación de desaparecer los contrapesos que caracteriza el gobierno federal, sea apoyado por muchos mexicanos, lo cierto es que el peligro que esa ruta significa es enorme.
Todos hemos sido testigos, desde el principio de la administración federal, de las maniobras del gobierno para minar la fortaleza de los organismos autónomos, de los otros poderes de la Unión, de los poderes de los Estados y de los municipios.
El Presidente ha golpeado un día si y otro también al Poder Judicial de la Federación, al INE, al Gobernador del Banco de México y no se diga a la sociedad civil organizada y a la prensa.
Todo con el afán de eliminar obstáculos. El peligro es que un poder sin frenos es el pero enemigo de la libertad.
Entiendo que muchísimos mexicanos se preocupan mucho más por mejorar su situación económica que por luchar por su libertad. Es por ello que a a los políticos nos corresponde levantar la voz, prender las alarmas y difundir con toda la fuerza de nuestra voz la necesidad de generar contrapesos eficientes para que el Ejecutivo atienda su agenda con respeto a las leyes y a los valores francos de la democracia.
Por ello decidí postularme por la Coalición Va por México por un espacio en la Cámara de Diputados.
Por eso le pido a todos las mujers y hombres de del Distrito, el 10 con cabecera en San Pedro Cholula, que voten por nosotros, que voten por el PAN para garantizar el espacio desde el que podamos ejercer con patriotismo los contrapesos que México y su democracia requieren.
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