Hace algunas semanas escribí un párrafo dedicado a los jodidos que apoyan a López Obrador. Se trató de un guiño provocador, un llamado a examen de conciencia, así lo hice a pesar de que el texto no requería de ese párrafo para comunicar su mensaje principal. Aquí el párrafo referido: “el avión presidencial es un vehículo que reafirma la superioridad moral de los jodidos. Y utilizo esa palabra “jodidos” para evitar menospreciar a los pobres, porque la pobreza es una dimensión humana que merece respeto y a todos nos compromete, pero la hipocresía no, y en mi concepto los jodidos son hipócritas, sátrapas y vulgares holgazanes. Si usted no es uno de esos no se dé por aludido o aludida.” En esta entrega haré una descripción un poco más detallada del perfil de esta gente y sus implicaciones en el contexto de la nueva cultura que la cuarta transformación pretende imponer.
Existe un grupo de mexicanos que apoya al presidente de la República seducidos por la idea de empobrecer a los ricos. Son felices imaginando un país de jodidos como ellos. Creen que los asiste el derecho por haber sido despojados históricamente. Justifican su condición social y económica actual en el mito de la inmoralidad de los “de arriba”. Son incapaces de reconocer sus carencias de carácter, detestan la libertad y la competencia porque les obligan a trabajar y a esforzarse. Saben que si se unen a López Obrador pueden compartir con él la victoria política a pesar de que su realidad no mejore.
El pago que este segmento recibe es moral. Su ego crece conforme el presidente subyuga a los empresarios y a los políticos del régimen anterior. Ese es el mensaje cifrado de la cena en la que López Obrador prácticamente obligó a los empresarios a comprar boletos de su rifa. Imagine usted, amable lector, la devoción que despertó en los jodidos que su presidente le sirviera tamales y atole a los “de arriba”, los obligara a ser cómplices del absurdo y les negara la exención de impuestos. Esa cena fue otro acto simbólico de sometimiento del poder económico al poder político. La 4t utiliza estos recursos para alimentar el delirio de superioridad moral de los jodidos.
El retroceso económico que registró el país durante 2019 no hace mella en el ánimo de los jodidos. Al contrario, se alegran de que sean los ricos los primeros afectados por el nulo crecimiento ya que, aseguran, ellos siempre han estado mal y su vida no cambia con una economía próspera o estancada.
Todo indica que los jodidos son un segmento con trabajos estables pero de bajos ingresos, quizá burócratas, obreros sindicalizados, jubilados o desempleados perenes. Gente cuya condición no se ve tan afectada con los ciclos económicos. Tampoco tienen conciencia de las implicaciones que una economía estancada o en retroceso ocasiona entre los segmentos sociales de menores ingresos y capacidades. Los jodidos tienen por norma reaccionar a impulsos emocionales, lo suyo no es la reflexión, impedidos de razonar por el desprecio que sienten ante el éxito y la prosperidad ajena.
El discurso oficial ha constituido una narrativa de jodidos. El presidente de México ha puesto de moda una corriente kitsch para los de abajo que exalta la fealdad y justifica la mediocridad. Las decisiones arrebatadas sostenidas con argumentos baladís, clasistas, revestidas con un lenguaje del populacho, reivindican el espíritu de los jodidos y lo convierte en una nueva categoría estética.
Siempre que me meto en estos embrollos recurro a los libros para aclarar las ideas. Dice Umberto Eco “¿Existen expresiones universales para lo bello? No, porque lo bello es distanciamiento, ausencia de pasión… A saber, un juicio estético implica un distanciamiento: yo juzgo bella una cosa aunque no la posea; dejo de lado mis pasiones. En cambio, parece que lo feo implica una pasión, precisamente el disgusto, la repulsión; ¿cómo puede haber un juicio estético de fealdad si no existe la posibilidad de distanciamiento?”. Al parecer, el acto deliberado de exaltar el espíritu de los jodidos es una provocación para justificar la ausencia de resultados. El gobierno de la 4t no puede ser juzgado con las mismas categorías que se juzga a los gobiernos neoliberales porque representa una estética que produce repulsión, disgusto y apego. Sin distanciamiento no es posible el juicio.
En la filosofía ya hay quien hubiese pensados estas cosas, al respecto continúo con Eco: “Sin embargo, en contra de Platón, que recomendaba evitar representar lo feo, a partir de Aristóteles se ha admitido en todas las épocas que también la fealdad de la vida puede ser representada de un modo bello o sostener una determinada tesis moral. Y, como decía Buenaventura… la imagen del diablo es bella si representa bien su fealdad”. Esto significa que ser jodido es una nueva aspiración social en los tiempos de la 4t, porque quien es, siente y reacciona como jodido, representa la nueva moral de la nación regenerada; es honesto. Por lo tanto, no hace falta la prosperidad material, ni la belleza del entorno, ni un gobierno que tome buenas decisiones, ni obras funcionales, ni un uso correcto del idioma, ni la seguridad en las calles, ni un sistema educativo pertinente, ni respeto a las mujeres, esas y otras carencias a cambio de la pretendida honestidad. Y si a caso alguna insuficiencia quedara en evidencia siempre se podrá culpar a otro, al neoliberalismo.
Quizá algunos de ustedes consideren una verdad de Perogrullo lo que acabo de escribir. A mí me parece que aclara la enorme contradicción intelectual a que nos somete el discurso del presidente López Obrador. La lógica es otra, muy distinta y alejada de aquello que nosotros -los que no pensamos como jodidos- consideramos objetivo y real.
Solo para iniciados
Definición de kitsch: “la esencia de lo kitsch consiste en el cambio de la categoría ética por la categoría estética. También puede ser aquello que finge la condición del arte sin llegar a conseguirla… es la obra que, para justificar su función estimuladora de efectos, se pavonea con los despojos de otras experiencias y se vende como arte… Si lo kitsch es tan ambiguo, resulta que lo que fue kitsch en el pasado puede convertirse en arte en el presente.”
Definición de Perogrullo: personaje ficticio a quien se atribuye presentar obviedades de manera sentenciosa.
Citas del libro “A hombros de Gigantes Conferencias en la Milanesina 2001 – 2015” de Umberto Eco, Ed. Lumen, 2018. Capítulo “La fealdad”, páginas 63 a 100.
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