¿Alguien sabe qué pasó con el PRI?, ¿qué ocurrió con la matraca y el confeti?, ¿con el olor inconfundible a cochupo, sobaco y patas, que tanto lo caracterizaba?, ¿dónde quedó el cho’ gusto licenciado?, ¿la danza de las suburban negras?, ¿el saludo de “mi líder”?, ¿las muchachonas con amplias caderas y con minifaldas, que siempre aparecían al final de las comilonas y que las presentaban como “las doctoras”?
¿De veras eran médicos semejantes chamaconas?
¿Dónde diablos quedó la Lulú Rey, la reina de la noche?, ¿el apoyito para los amigos de la prensa?, ¿los periodistas con sus trajes viejos, arrugados, con el cuello y las mangas de la camisa sucias, mientras llevaban un Delicados sin filtro en la boca?, ¿qué pasó con las asociaciones de payasitos del Centro Histórico?, ¿La organización Josefa Ortiz de Domínguez?, ¿el grupo 26 de Mayo de las madres solteras?, ¿la Unión de ambulantes Por tu maldito amor?, y ¿alguna agrupación de taxistas?
¿Dónde quedó el Magno?, ¿El Cheverny?, ¿El Bacachá?, acompañado de una canción de Enrique Guzmán imitando a Paul Anka, o la voz inconfundible de Germain de la Fuente de Los Ángeles negros, para ponerle ambiente a sus reuniones que los priistas llamaban “la bohemia”.
¿Dónde quedaron los de la presunta izquierda poblana?, ¿Los Mazatles?, que un día cobraban con Agüera, otro con Armenta, al otro con Lastiri y terminaron en alguna nómina perdida de la Sedatu o de Sedesol. Seguramente en el apartado de algún ramo federal, destinado al fondo de las marchas y las manifestaciones.
El PRI ahora luce deslucido, solo, abandonado. Ya no está el King Kong* en la entrada de la vieja casona de la 5 Poniente cuidando el espacio para el licenciado, para que estacione su coche en doble fila.
Ya no envían de la Fiscalía (antes procuraduría) a las madrinas a hacer las compras del mandado que encargaban la esposas, tanto del líder del Congreso del estado o del presidente del partidazo o, incluso, del secretario de Gobernación en turno.
Ya no existe el partidazo.
Ya nadie habla de él.
Por ahí una información perdida de Javier Casique (creo que cobra como presidente de ese partido), por ahí una foto de Enrique Doger, más allá un detalle de Blanca Alcalá; tampoco faltará por ahí el sombrerudo montado en su pick up con el escudo nacional en el medallón trasero y con la leyenda “oficial”.
El PRI, en este proceso electoral, ya no tiene nada que hacer.
Su apuesta era sumarse al morenovallismo, en esas alianzas que pretendían ser secretas pero eran más que evidentes, empero, una vez que el morenovallismo está dividido, casi desaparecido o en proceso de mutación, el PRI está aún más huérfano.
No les extrañe que muchos priistas abultarán las filas de Morena. Que aparezcan como matraqueros de Alejandro Armenta. Que por arte de magia, como artistas renovados de la cuarta transformación salgan a hablar en contra de la corrupción. Que ahora griten: “¡Viva Morena! ¡Viva Barbosa!”.
No se molesten porque ahora en redes sociales lo acusen de ser un “pinche fifí”. No, no se sorprenda que le digan manipulador, enemigo del progreso, que el pueblo se cansa de tanta pinche transa.
Me canso ganso.
Hasta las elecciones pasadas el abanderado priista le hizo el caldo gordo al PAN, en estas elecciones extraordinarias no dude que respaldarán a Morena, porque ya ni los priistas creen en la tan llevada y traída Revolución Institucional.
¡Oh sí!
Me canso ganso.
*El King Kong era un guarura que cobraba como judicial en la Procuraduría de Justicia del estado y durante muchos años cuidó las puertas del PRI estatal cuando estaba en la 5 Poniente. Tenía cuerpo de luchador y cara de pocos amigos. Todos le temían al King Kong por su mal carácter, su ceja poblada y sus patillas estilo Vicente Fernández y sobre todo porque conocía los sótanos de la procu, ahí donde se hacían los trabajitos del agua mineral y demás linduras.
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