Chilón y Sitalá, ejemplos de la diversidad democrática

Cuando la visión occidental del Estado no es suficiente para garantizar una democracia plena, los usos y costumbres reclaman su lugar como sistemas legítimos de gobernanza.

A finales de 2017, México se preparaba para un proceso electoral que se convertiría en el más trascendental de la época moderna. Lo propio hacían Chilón y Sitalá, dos municipios tzeltales del norte de Chiapas que solicitaron a las autoridades estatales que sus sistemas de gobernanza fueran reconocidos para celebrar elecciones autónomas.

Como respuesta, el INAH envió a un grupo de antropólogos a realizar estudios etnográficos para constatar la existencia de dicho modelo de organización social. Ambos municipios continúan a la espera de un dictamen. Así fue relatado durante la presentación del libro Sistemas normativos y prácticas autonómicas del pueblo tzeltal de Chilón y Sitalá en un foro de la Ibero Puebla.

El texto, coordinado por Xóchitl Leyva Solano, es producto del vínculo sensible entre un equipo de investigadores y los representantes de las más de 600 comunidades agrupadas en los municipios tzeltales en busca de autonomía. En sus líneas se pone en entredicho el monismo jurídico y se reconoce la existencia de sistemas normativos que representan una alternativa a los conceptos tradicionales de Estado-nación.

De acuerdo con los apuntes del académico de la Universidad Jesuita Julio César Ávalos Huerta, el libro se divide en cuatro ejes temáticos. Inicia con una descripción de la identidad étnica del pueblo tzeltal, uno que ha defendido sus raíces durante los últimos 500 años. Posteriormente, se explora la concepción del sistema jurídico tzeltal basado en el sumak kawsay latinoamericano: el ‘buen vivir’.

Un tercer momento está dedicado a las experiencias en el ejercicio del derecho a la autonomía. A partir de los años 90, las prácticas autonómicas de facto fueron incorporadas al sistema de derecho mexicano, lo que ha desatado profundas resistencias a la idea de un gobierno comunitario. Las suspicacias del INAH son vistas como parte de este recelo institucional.

El compilado concluye con reflexiones sobre cómo las experiencias de Chilón y Sitalá abonan a una nueva comprensión de la democracia. Sintetizó Ávalos Huerta: “No se trata de un sistema punitivo contra los que violan la normativa, sino que se procura devolver el equilibrio entre las partes”.

Normativas ancestrales

La idiosincrasia tzeltal se condensa en tres conceptos que, traducidos al español, significan “poder para actuar a favor de uno mismo”, “construir desde uno mismo” y “corazonearse con los demás”. La cosmovisión de la región maya entiende que en una autonomía cada persona es capaz de poseerse a sí misma, pero también necesita que todos los corazones puedan compenetrarse como una unidad.

Este paradigma es la antítesis de la autonomía occidental, donde se le piensa como una simple separación del Estado. “Este sistema de despojo se mete a los huesos, al corazón de los y las tzeltales”, expuso Marisela García Reyes, directora del Centro de Derechos Indígenas, A. C.

Una de las principales figuras emanadas de la gobernanza en Chilón y Sitalá es la del reconciliador, persona encargada de velar por la armonía frente al conflicto. Un trabajo fundamental lo realizan las mujeres, quienes ejercen el papel de mediadoras en casos de violencias de género; hoy en día, ellas son mayoría en el Consejo Mayor de reconciliadores.

Los procesos de las comunidades tzeltales están en sintonía con otras luchas paralelas en México y todo el Cono Sur, ya sea contra el crimen organizado, los proyectos extractivistas o los abusos de los actores públicos. Para Orlando Aragón Andrade, estos sistemas autónomos “aportan claves de que otro país, otra democracia y otro derecho son posibles”.

El profesor de la Escuela Nacional de Estudios Superiores de la UNAM indicó que el libro invita a reflexionar sobre cómo y por qué se practica el derecho de forma distinta en estas localidades. El sistema jurídico de las comunidades, argumentó, se basa en los principios rectores de los territorios al tiempo que se desmarca de los pilares frívolos del derecho Estatal de occidente.

Así, la aplicación de una ciencia jurídica híbrida se pone al servicio de las necesidades de los pobladores. Argumentó el académico: “Es un derecho que nace del pueblo. Es importante no solo como un testimonio de diversidad cultural, sino que son argumentos para reinventar la democracia”.

Sistemas normativos y prácticas autonómicas es una compilación de 40 años de documentación histórica y etnográfica que ha encontrado un punto de quiebre en la lucha jurídica por el reconocimiento de un sistema de organización milenario. Xóchitl Leyva Solano destacó la necesidad de desmantelar las estructuras de poder violento y visibilizarlas como razón de las autonomías.

Como coordinadora del proyecto, la investigadora comentó que su intención es que el libro sirva como un insumo para las propias comunidades y para involucrar en la lucha a diversos actores sociales. Y remató: “Estamos en un contexto de construcción de globalizaciones contrahegemónicas. Los pueblos nos están dando lecciones”.

febrero 25, 2022 - 4:30 pm

Por: Staff

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