Crónica de la visita de Coetzee a la UNAM

El escritor sudafricano —nacionalizado australiano y ganador del Premio Nobel de Literatura en 2003— J.M. Coetzee, sostuvo una conversación con la académica Raquel Serur en la Sala Nezahualcóyotl de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Con una fila de casi 50 personas, a más de tres horas de que iniciara el evento, y con una fuerte amenaza de lluvia, el encuentro coronó un coloquio en torno al autor, iniciado desde las 10:00 horas y titulado «Leer a J.M. Coetzee en México», el cual se llevó a cabo en el Auditorio del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC).

Con apenas unos minutos de retraso, la actividad central del día fue presentada por Jorge Volpi aproximadamente a las 17:15 horas. El escritor mexicano y director de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, consideró al autor sudafricano como «el mayor escritor de nuestros tiempos», resaltando que «ha reescrito el canon de la literatura occidental».

La sala presentó 90 por ciento de ocupación sólo en sus butacas inferiores, entre invitados especiales y público en general, el cual seguía ingresando aun cuando el diálogo había ya iniciado.

La académica Raquel Serur agradeció a las instituciones encargadas de hacer posible el encuentro; sin embargo, al hacer su primera pregunta, el audio empezó a fallar, provocando quejas del público, lo cual motivó un cambio de micrófono.

Formulada su primera pregunta, relativa a la publicación de Siete cuentos morales (2018) en español, el autor hizo sus propios agradecimientos, y procedió a leer un guión con sus respuestas, del cual nunca se despegó en todo el encuentro, despojando de cualquier pizca de espontaneidad al diálogo pero dotándolo de un alto rigor discursivo impuesto a sí mismo por el escritor sudafricano.

La rigurosidad intelectual de Coetzee para reflexionar

Comentarios posteriores de algunas de las personas presentes elogiaban el control y disciplina mostrada por el novelista, refiriéndose al esfuerzo y precisión con relación a llevar sus respuestas impresas y leerlas con alta rigurosidad en el discurso y la reflexión.

La mayoría de los asistentes lo escucharon atento, muy pocos con la ayuda del traductor simultáneo; la misma lectura pausada permitía apreciar con claridad lo que Coetzee respondía a su interlocutora.

Tras una hora de diálogo, en la cual abordó temáticas como el uso del idioma inglés dentro de su literatura, aquellos años desde los cuales fungió como programador, su niñez y el hombre que es ahora; se puso de pie para agradecer a los asistentes y al mismo tiempo recibir su aplauso.

Inmediatamente el público empezó a abandonar la sala, pues había sido anunciada una firma de autógrafos con el escritor que únicamente duraría media hora.

Con reloj en mano, Jorge Volpi tuvo que dar la señal de cortar una fila que seguía alimentándose de personas. «Lo siento, ya no puede firmar más; Coetzee se tiene que ir», dijo, pero la gente no se iba, aferrándose a la esperanza.

La fila no desapareció tras la petición del funcionario universitario. El personal de la Sala Neza insistía en disolver la espera de fieles lectores de Coetzee. «¡Nosotros esperamos 15 minutos, que ahora nos esperen 15 minutos más…!», expresó enérgica una señora formada; pero su petición no surtió efecto y así concluyó una histórica jornada en la cual un premio nobel de Literatura compartió sus palabras y el tiempo con cientos de amantes de las letras.

octubre 25, 2019 - 6:15 pm

Por: Staff

Cultura

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