Educación comunitaria, factor diferencial en telesecundarias de Puebla

Gracias a este modelo, la sierra norte se distingue porque estudiantes y docentes destacan en concursos académicos, productivos y deportivos, además de formarse como personas comprometidas con su contexto.

En una escuela granja-integral de Puebla en 1972 se vinculó la formación académica con habilidades productivas, lo que representó un modelo innovador de educación situada. Los primeros jóvenes que pudieron egresar de este sistema y sus actualizaciones subsecuentes formaron parte del personal docente de las primeras generaciones de estudiantes de telesecundaria.

De la mano del educador Gabriel Salom Flores, en 1992 se consolidó un modelo de telesecundaria rural basado en valores comunitarios y saberes colectivos. El paradigma fue recuperado y analizado por académicos y discípulos de Salom Flores en el libro Educación para la vida comunitaria y productiva, el cual fue presentado a través de los medios digitales de la Ibero Puebla.

El texto se basa en un trabajo etnográfico en cinco telesecundarias, así como en entrevistas a profundidad y acompañamiento a escuelas que han refrendado el modelo. Como explicó Etelvina Sandoval Flores, consejera presidenta de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación: “en este libro se avocan a la propuesta y la reconstrucción del modelo, donde se piensa en una educación para la comunidad”.

El contexto inmediato de los estudiantes debe entrar a las aulas para impulsar la reconstrucción del tejido social. A su vez, se debe entender la lógica de mercado para transformarla en una de economía social y solidaria. En síntesis, señaló Sandoval Flores, los conocimientos han de tener sentido y utilidad: educar para la vida comunitaria y productiva son los pilares ideológicos del modelo.

Este proyecto de telesecundarias rurales plantea que la educación es la solución a los problemas de la comunidad. Para Christopher Martin, intermediario entre las comunidades y Fundación Ford en los años 90, el libro representa un manual de buenas prácticas educativas y sociales.

Destacó entre sus principios el método de reflexión-acción mediante el cual se vinculan conocimientos teóricos que surgen de las necesidades democráticas y expresivas. De igual manera, se utilizan las tecnologías de la información para los procesos de aprendizaje y se enfatiza la importancia de la autoestima y de la libre expresión.

Desde su experiencia en el proceso de financiamiento, Martin constató que el obstáculo más grande para la aplicación de proyectos educativos innovadores es la intromisión de las autoridades, quienes perciben a los agentes externos como presencias intrusas. “Se deben buscar espacios dentro del sistema para que los secretarios de educación vean que tienen joyas indispensables para una futura reforma”.

Gabriel Salom llegó a San Andrés Yahuitlalpan, Puebla con la finalidad de ejercer su vocación en un entorno donde la telesecundaria debía generar sentido entre los adolescentes y propiciar el desarrollo humano. Actualmente, el analfabetismo ha disminuido, por lo que la batalla se orienta a la formación de lectores críticos.

En palabras de Ramiro Aguilar Hernández, el libro se sitúa en un contexto de “olvido social”. La telesecundaria se creó con la intención de llevar la educación a comunidades alejadas del país, condición que es sinónimo de analfabetismo y condiciones paupérrimas de vida. Los cambios, valoró el educador rural, deben venir desde el compromiso del docente, así como del empuje de los padres de familia.

Nuevas formas de educar

En la sierra norte de Puebla, históricamente se han librado luchas por la defensa del territorio; esto deriva una gran variedad de sociedades y organizaciones en resistencia, donde el frente educativo es uno más de los cuerpos de defensa de lo propio. Como indicó Bertha Salinas Amescua, coautora del libro, la educación comunitaria actúa frente a la limitada capacidad de la ciencia para entender la experiencia como fuente de conocimiento.

A diferencia de otros contextos similares, los jóvenes formados en estas telesecundarias valoran el mundo campesino e indígena. Esto se ha logrado a partir de una dialéctica permanente entre el currículum oficial y los intereses comunitarios. Dicho enfoque ha propiciado que los padres se involucren en las actividades formativas al tiempo que los adolescentes aportan económicamente a sus hogares.

Como valoró Guadalupe Huerta Alva, el texto de su coautoría pretende que los maestros vean su actuar, lo compartan entre sí y nutran su práctica. A su vez, se busca que los educadores compartan el sueño de iniciar una transformación de las prácticas educacionales.

Los protagonistas de Educación para la vida comunitaria son los docentes, ellos han contribuido a formar y perfeccionar el modelo alternativo. La integración del libro responde a la intención de trabajar junto al colectivo magisterial Tamachtini A. C. para compilar los saberes de la región. Uno de los resultados fue la fundación del colectivo ERA (Educación Rural Autogestiva).

La contribución se centra en capturar los fundamentos teóricos más relevantes; darles estructura a todas las estrategias aportando modelos gráficos ilustrativos, y redenominar los ejes formativos. El fin último del esfuerzo inspirado en la labor de Gabriel Salom, cerró Jorge Márquez Rosano, es aportar a que el modelo pueda ser aplicado en el ámbito urbano, entendiendo que los fines esenciales son compartidos.

marzo 28, 2021 - 12:00 pm

Por: Staff

Educación

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