La deforestación, caza, captura, enfermedades e incluso la competencia con abejas no nativas de su hábitat fueron los ocasionantes de que el llamado Periquito de Carolina (Conuropsis carolinensis) se extinguiera en 1918.

Luego de que un periodista descubriera un espécimen disecado en una colección privada en Espinelves, noreste de España, se inició un proyecto de secuenciación del genoma para dar con las causas de su extinción.

Los investigadores pertenecientes a la Universidad de Barcelona, España, detallaron en un estudio publicado en la revista Current Biology, que el último periquito cautivo murió en el zoológico de Cincinnati el 21 de febrero de 1918 mientras que en vida salvaje, su desaparición sucedió abruptamente a principios del siglo XX.

El ave tenía un plumaje verde con una cabeza amarilla y medía aproximadamente 33 centímetros de largo, vivían en bosques antiguos a lo largo de ríos y pantanos; se congregaban en grandes parvadas ruidosas y eran gregarias en su comportamiento.

Con el análisis de su genoma, los científicos buscan aventurarse a combinar su ADN con el de su pariente más cercano, el el perico del Sol (Aratinga solstitialis) y crear un espécimen parecido a esta ave extinta.