Eduardo Palomo no merece ser olvidado

El 6 de noviembre de 2003, hace dos décadas, murió Eduardo Palomo. Eduardo era joven, tenía 41 años, fue víctima de un infarto fulminante. Estaba cenando en Los Ángeles con su esposa, Carina Ricco, y algunos amigos. Lo que cuentan es que algo comentaron en la mesa que le dio un ataque de risa y de ahí pasó al infarto fulminante.

Sea o no sea esa la causa, la verdad es que puedo atestiguar que Eduardo fue un buen tipo, soy testigo de ello, aun en el culmen de la fama con Corazón Salvaje siendo un éxito tuvo tiempo para darme múltiples entrevistas siendo generoso con sus respuestas y su tiempo.

Los recuerdos de Eduardo se agolpan en mi memoria porque coincidí con él en muchas ocasiones. Antes de dedicarme a esto de la entrevistada lo vi haciendo de Robin en No empujen; después en Cachuún, Cachún Ra Ra. Recuerdo haberlo visto en teatro en No hagan ruido y en Una pareja con ángel. En telenovelas se llamó Gilberto en La fuerza del amor y fue un villano en Alcanzar una estrella. Hizo que todo México se enamorara de Alfredo Rochild en La pícara soñadora y que todo el mundo conociera a su versión de Juan del Diablo en Corazón Salvaje.

La primera vez que lo entrevisté fue precisamente en la presentación de esa telenovela, después vendría la presentación de Huracán y de Ramona.

Realizó múltiples trabajos también en el cine, incluso ganó un Ariel por La mujer de Benjamín. Le prestó su voz a la versión de Disney de Tarzán y fue parte de ese experimento fílmico de Un día sin mexicanos.

Muchas veces me pregunto qué papeles estaría haciendo si siguiera con nosotros. Estuvo presentando su disco en nuestro programa y aunque quizá el canto no era su fuerte, lo hacía con pasión y como una forma de poder conocer el mundo que la televisión le había abierto con la actuación.

Eduardo me presentó a su esposa, Carina con quién platiqué también en algunas ocasiones. La primera justo tras el escenario de donde estaba por presentar su primer disco bajo el sello Sony Music.

Después, como siempre pasa… perdimos la pista y murió.

Eduardo era un actor completo, talentoso, con los pies puestos sobre la tierra, amable, gentil y sumamente sincero.

Deseo escribir estas líneas como una especie de homenaje a su paso por este mundo y también en mi vida como nobel reportero. Cuando una figura de su talla te ayuda, te apoya, te atiende marca para siempre tu vida aunque él quizá nunca se haya sabido mi nombre.

noviembre 9, 2023 - 9:00 pm

Por: Gilberto Brenis

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