Según la OCDE, México es el primer productor de círculos viciosos en el mundo.
El círculo vicioso de la política es el vinculado con el dinero ilegal que se utiliza para comprar el voto.
Su origen se deriva de fondos públicos o privados utilizados para comprar suficientes votos y conseguir la victoria. Funciona en cada periodo electoral y las instituciones no han podido o no han querido sancionarlo porque viven del propio sistema.
La venta del voto es sin duda un círculo vicioso que funciona para quien lo compra en virtud de que tiene medida la necesidad familiar de cada sector social y sabe que por 2 mil pesos el voto es seguro para lograr el triunfo y el votante tiene claro que esa cantidad es suficiente para comprar un televisor, o para comprar los útiles escolares, por lo que vale la pena la venta de su voto.
Otro ejemplo de círculo vicioso es el orquestado recientemente por los candidatos independientes, quienes falsificando las credenciales de elector intentaron cumplir con la cuota impuesta por el INE para poder participar en la elección.
En este mismo orden de ideas, es obvio que quien llega a ocupar un puesto político jamás actuara contra quien lo eligió convirtiéndose en un círculo vicioso y un ejemplo de ello es el nombramiento del fiscal general anticorrupción.
Una de las conclusiones a las que llegaron académicos y funcionarios que participaron en el sexto Seminario Internacional Poder, Corrupción e impunidad fue que “la desconfianza ciudadana en las instituciones del Estado es un círculo vicioso que podría conducir a los mexicanos a perder la batalla contra la corrupción y la impunidad”.
En conclusión, amigas y amigos, en cuestión electoral los que menos participan son los que más desconfían en los políticos y ese sin duda alguna será el círculo vicioso que los candidatos tendrán que romper para ganar la batalla.