Las huellas que deja el discurso de odi

Los discursos tienen la intención de comunicar pretendiendo llegar a un objetivo concreto, para que a partir del uso estructurado de la lengua pueda lograr lo que se busca. Sin embargo, solo basta observar la información que circula en los medios de comunicación o escuchar en las calles como interactúan las personas cuando no están de acuerdo con alguna forma de pensar distinta.

Vivimos en una época de intolerancia y discriminación justificada con libertad de expresión, propagando así discursos de odio que generan acciones destructivas para todas aquellas personas que consideran “diferentes”, en un mundo que abusa de lo que ha sido trasmitido como “normal” contrario a los valores y derechos humanos.

La ONU considera los discursos de odio como “cualquier forma de comunicación de palabra, por escrito o a través de comportamiento, que sea un ataque o utilice lenguaje peyorativo o discriminatorio en relación con una persona o un grupo”. El fin y el fondo es excluir, humillar y violentar, casi siempre por considerar a personas como “diferentes”.

Así mismo, el Consejo de Europa lo define como “todas las formas de expresión que propaguen, inciten, promuevan o justifiquen el odio racial, la xenofobia, el antisemitismo u otras formas de odio basados en la intolerancia, incluyendo: intolerancia expresada por un nacionalismo agresivo y etnocentrismo, discriminación y hostilidad contra las minorías, los inmigrantes y personas de origen inmigrante”.

Por tanto, utilizar la libertad de expresión justificando este tipo de discursos debe limitarse, deja una huella a nivel social, impregnando de conductas intolerantes los espacios donde retumbaban. Creer que son solo palabras se convierte en un riesgo, ya que transita hacia actos violentos. Basta ver las réplicas que tienen declaraciones públicas en redes sociales por personajes de la política o lideres de opinión, viralizando y dañando la vida de personas.

Y a todo esto, si nos preguntamos ¿Cómo evitamos la generación de estos discursos? Enfatizando el poder de la lectura como una base fundamental para no replicar estos discursos. Ahora entiendo el por qué la política mexicana esta empobrecida de fondo y forma, reflejo de toma de decisiones.

Y es que tan solo si se interesarán responsablemente en crear una estructura de palabras libres de humillaciones y violencia repercutiría favorablemente a los derechos humanos, la diversidad o la inclusión.

Dejemos de engañarnos y de invisibilizar que las palabras son indefensas, la UNESCO indica que los insultos y las teorías conspiratorias en contra se propaga a bajo costo sin barreras y rápidamente valiéndose del internet. Creando grupos contrarios que se enfrentan constantemente; ejemplo de ello son las etiquetas y divisiones con una justificación populista que nos imponen en dividiéndonos en fifi o chairo.

Emilio Vizarretea Rosales, científico social de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM en su artículo “El discurso de odio” nos dice que “Es un discurso contra de todo y a favor de nada, basado en lo emotivo, sin argumentos válidos, con la pretensión de confundir, apoyado en la ignorancia”

Este tipo de mensajes no tienen sentido, dejan huellas de violencia, discriminación y fobias que se propagan fomentando así la deshumanización de nuestra sociedad.

¡Hasta la Próxima Gabytipers!

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julio 31, 2022 - 9:15 am

Por: Gaby Bazán

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