Mis Treintas. El hombre que cambio la forma de escribir columna en Puebla: Mario Alberto Mejía

En la década de los noventas, los medios de comunicación electrónicos y escritos vivían, por primera vez, una auténtica competencia.

De un solo medio radiofónico en el cuadrante, como ya vimos la oferta en menos de tres años (1992-1995), creció a seis y cinco de estos en Frecuencia Modulada.

También se abrieron nuevas opciones en los medios impresos, El Sol de Puebla, enfrentaba además de competencia de Cambio y El Heraldo, la aparición de dos nuevos periódicos de “peso”, El Universal, de Rodolfo Ruiz, y el Síntesis, propiedad de Armando Prida, y dirigido por Mariano Morales.

Como ya lo mencioné, El Universal Puebla-Tlaxcala se convirtió en el mejor periódico de su época y dentro de esta casa editorial había un respeto casi ortodoxo por los géneros periodísticos, la nota, el artículo, el reportaje, la crónica y la columna.

Rodolfo Ruiz era y sigue siendo uno de los periodistas más completos de Puebla, agudo y con olfato, comenzó a escribir columnas políticas fuertes y bien documentadas, las cuales llamaban la atención de la clase política.

Antes de Ruiz, el columnista más influyente de Puebla era un periodista de sociales, Humberto Ferniza Rodríguez, quien escribía “Gente de Hoy y Siempre”, la cual daba cuentas de la vida de la “alta sociedad poblana”, la cual moría literalmente, por aparecer en la publicación de Ferniza.

Además, Ferniza sabía todos los “chismes” de la “crema y nata” poblana, lo que lo hacía un personaje sumamente poderoso. Quien no aparecía en la columna de este personaje, simplemente no existía.

Mauro González Rivera, “el jefe Magori”, como lo apodaban cariñosamente todos sus reporteros, era otro personaje influyente y con una columna poderosa.

Tanto Ferniza como Mauro eran demasiado “solemnes” por llamar de alguna manera sus columnas.

“El licenciado Pedrito Pérez bautizó a su hijo, el hermoso bebe, Carlitos Pérez, acompañada de su no menos distinguida esposa, Doña Lucía Santos García de la Cadena, quienes estuvieron acompañados para recibir la sacrosanta bendición por el distinguido magistrado, licenciado, Martín de los Santos y Pérez”, solo por mencionar algo.

Fue precisamente en El Universal de Rodolfo Ruiz en donde un periodista comenzó a escribir con un estilo irreverente, mordaz, agudo, ácido y crítico y quien cambio la forma de hacer columnas en Puebla: Su nombre, Mario Alberto Mejía Martínez.

A inicios de la década de los noventas, Mejía llegó a Puebla procedente de Huauchinango, para trabajar como productor del noticiero “Hechos”, que encabezaba Fernando Alberto Crisanto Campos.

Más adelante, junto con un grupo de colaboradores, creó el programa más irreverente de la época, el cual atentaba contra las buenas costumbres de la Puebla “levítica”, “Las Intimidades Colectivas”, en donde se hablaba abiertamente de sexo, prostitución, diversidad sexual y por supuesto de la doble moral de la sociedad poblana.

El programa rompía con todos los cánones establecidos, se hablaba abiertamente de orgasmos y se reproducían al aire los efectos del placer sexual, se invitaba a sexo servidoras para hablar de su profesión e incluso se llegó a invitar a proxenetas y “madrotas”, lo cual hoy sería imposible. El entonces arzobispo de Puebla, Rosendo Huesca Pacheco, pidió directamente que el programa saliera del aire y como era lógico se suspendió el programa.

Esto, por supuesto, no es una biografía de Mario Alberto ni mucho menos, solo son algunos de los antecedentes de Mejía.

Mario Alberto comenzó a reportear para el noticiero de Crisanto y muchos políticos lo comenzaron a invitar a comer o cenar, para contarle cosas.

Mejía dejó SI FM y aceptó la invitación de Rodolfo Ruiz para trabajar en El Universal, en donde demostró su buena prosa, a través de sus notas, pero sobre todo sus crónicas, en donde recreaba el ambiente político de la Puebla de Bartlett.

Las mejores crónicas del Congreso local, cuyo líder era Miguel Quirós Pérez, llevan el sello de Mario Alberto Mejía, lo mismo que de las sesiones del PRI estatal que encabeza en ese entonces, Ignacio Mier Velasco, hoy coordinador de los diputados federales de Morena, al cual Mejía bautizó después de la derrota priista de 1995, como “El General de las derrotas”.

Mario Alberto y Zeus Munive descubrieron el enorme fraude llevado a cabo por Manuel Bartlett para la conformación de la entonces Comisión Estatal Electoral, mediante el voto de la entonces diputada perredista, Laura Roldán, para elegir a dos consejeros adictos al bartlismo, Joel Cruz y Prócoro Carvajal, por indicaciones del entonces secretario particular de Mario Marín Torres, Javier López Zavala. Y como estas historias muchas más.

Pero el gran momento de Mario Alberto llegó cuando comenzó a escribir columna en las páginas del Universal y la llamó “La quintacolumna”, esto luego de que escuchó en noviembre de 1995, al entonces candidato perdedor de la contienda por la alcaldía de Puebla, Germán Sierra Sánchez, en entrevista con Javier López Díaz, el justificar su derrota por la existencia de “una quintacolumna” (traidores) priista que operó en su contra.

El estilo irreverente de Mejía, su sarcasmo, su prosa impecable, su ironía y porque no, hasta su desparpajo, marcaron una nueva época para la columna y para los columnistas poblanos.

El morbo de ver quien aparecía mencionado en la columna de Mejía, revivió a este género, hasta derivar ahora, en un exceso de columnistas, oportunistas y chantajistas, que han ya “choteado” el escribir columna en Puebla.

Mejía es un gitano, un torero de esos de época, de vena como dicen los taurinos, un Bon Vivant, alguien a quién amas u odias, pero que jamás pasara desapercibido, pero sin lugar a dudas, uno de los periodistas más influyentes de finales del siglo XX y principios del siglo XXI, así como un personaje muy influyente en mi carrera periodística.

Riva_leo@hotmail.com
Ricardo Morales Sánchez
Twitter: @riva_leo

mayo 16, 2021 - 6:00 pm

Por: Ricardo Morales Sánchez

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