SOS; el PAN está en peligro

Genoveva Huerta es una capitana a la que se le está hundiendo el barco. Un bote, por cierto, llamado PAN que está lleno de hoyos, sin rumbo, sin timón, sin dirección, perdido totalmente y los que naufraguen tardarán mucho tiempo en tocar tierra firme.

El boquete más reciente a ese barquito llamado PAN fue la renuncia a su militancia que hizo pública Marcelo García Almaguer y que se da en el contexto del trágico accidente del 24 de diciembre y de la decisión que como líder parlamentario le tocó asumir para que arribara Guillermo Pachecho Pulido al gobierno interino del estado.

Su renuncia se entiende por un tema de dignidad pues el panismo nacional y el estatal lo acusaron de traicionar la propuesta de Jesús Rodríguez Almeida. Quien sabía las razones del voto de su bancada era la propia Genoveva Huerta, por lo que salir a buscar un chivo expiatorio solo la hacen perder credibilidad ante sus militantes. Y si ella no fue capaz de controlar su grupo parlamentario, ¿de qué demonios sirve que encabece un partido político?

Genoveva Huerta así como Jesús Giles al frente del PAN eran robots que recibían línea desde Casa Puebla. Su misión era ejecutar, jamás pensar. Salir en las fotos para redes sociales, compartir los hashtags que se les ordenara y repetir como loritos lo que dictaba Rafael Moreno Valle. Ahora, ya sin la cabeza de grupo, hemos visto a una dirigente de partido totalmente perdida.

La semana pasada dijo públicamente que analizaban la posibilidad de no contender en las elecciones próximas. Ahí, Genoveva o pecó de honesta o de inocente o como diría Chava Flores: “ay, yo no sé cómo les dicen ahora, a los que son de muy noble corazón”. La declaración de la presidenta, sin duda, es un monumento a la estulticia.

Luego en El Sol de Puebla, se le ocurrió decir sobre el futuro del PAN: “El show tiene que continuar”, pero si tomamos esas palabras en el contexto de que aún no se aclara el trágico accidente en el que perdieron la vida la pareja Alonso-Moreno Valle, se puede prestar a malas interpretaciones.

Aunado a ello, el panismo de Huerta no ata ni desata, la coordinación parlamentaria que por lógica y decencia política le correspondía a Oswaldo Jiménez, por su militancia y por ser sobrino de Tony Gali, el heredero del morenovallismo, prefirieron dejársela a Mónica Rodríguez Della Vecchia.

Ese nombramiento deja un mal sabor de boca y un pésimo mensaje, pues empoderó a la esposa de uno de los principales enemigos de Gali; para todos es sabido que Pablo Rodríguez Regordosa intentó boicotear al ex gobernador desde que estaba en la Secretaría de Infraestructura en el sexenio de Moreno Valle.

Si bien el sistema que encabezó Moreno Valle era autoritario y no creó liderazgos, pues todos obedecían órdenes, una vez que fallece, sus seguidores comienzan a dividirse en grupos. Un poco parecido con lo que ocurrió con Tito el dictador yugoeslavo, una vez muerto inicia la guerra en los Balcanes, fenómeno político conocido como la balcanización.

Genoveva Huerta tenía que haber evitado la renuncia de García Almaguer, debería haber pactado con Gali, al ser heredero natural del grupo político, y no tratar de quedar bien con el panismo nacional de Marko Cortés, a quien el caso Puebla lo rebasó y evidenció como un pésimo estratega.

Huerta ahora irá a una elección en el que las familias custodias y el panismo tradicional claman venganza, con un grupo de diputados en un Congreso del estado con mayoría de Morena que los hará pedazos.

Seamos honestos, ¿quién de esos legisladores albiazules que quedan tiene el nivel para confrontar a José Juan Espinosa o a Héctor Alonso?

La capitana del barco colocó, ella sola pues nadie se lo pidió, un clavo más al ataúd. Su barco se está hundiendo y ella no hace nada para evitar ahogarse en un mar que ya no es de su territorio, pues esas aguas ya pertenecen a Morena.

Ilustración: Alejandro Medina

febrero 4, 2019 - 9:45 pm

Por: Zeus Munive

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