Marinismo, ascenso y destrucción

Prólogo

A finales de los años noventa surgió un grupo político en Puebla cuyo líder o cabeza fue el polémico Mario Marín Torres, cuya historia de vida, es simplemente única. Nacido de padres campesinos y criado en un internado en Tlaxcala, nuestro personaje vendió chicles y voleo zapatos, mientras su familia vivía en el barrio de la luz.

Sus padres Crescencio Marín y Luz Blandina Torres eran originarios de Nativitas Cuautempan, junta auxiliar de Coyotepec, municipio enclavado en la mixteca poblana, un lugar en donde la pobreza no dejaba más alternativa que migrar a la gran ciudad en busca de oportunidades.

Ahí comenzó el ascenso de este personaje, el cual recorrió todos los puestos dentro del servicio público, habidos y por haber, desde el más sencillo hasta el más encumbrado.

Marinismo, ascenso y destrucción, no es, ni mucho menos una biografía sobre Mario Marín, ni un tributo a este grupo político, es una relación de hechos, muchos de ellos vividos por quien esto escribe al lado de personajes cercanos al ex gobernador de Puebla.

Al igual que Martha, la Gobernadora caída, Marinismo, ascenso y destrucción, es una serie de hechos narrados, no en forma cronológica, sino de anécdotas y momentos, que finalmente desembocan en la derrota electoral sufrida por el candidato del PRI a la gubernatura de Puebla, Javier López Zavala, quien fue derrotado por Rafael Moreno Valle, el 4 de julio de 2010.

A casi 10 años de ese acontecimiento, que puso fin a 70 años de gobiernos priistas en Puebla, regresemos un poco en el tiempo y conozcamos parte de la historia del grupo político que jugó un rol preponderante durante casi 12 años en la historia de la Puebla levítica.


Foto: Es Imagen / Daniel Casas

CAPITULO 1. El camino a Nativitas

René Marín manejaba su camioneta Chrysler tipo Van camino a Nativitas Cuatempan, iba acompañado por su esposa y sus dos pequeños hijos, en los asientos de atrás íbamos el empresario Alejandro Cruz, (a quien conocí en ese momento) y quien esto escribe. Era la noche del 1 de agosto de 2004, la noche previa al arranque de campaña de quien era el candidato del PRI a la gubernatura de Puebla, Mario Marín Torres.

René, quien fungía como director administrativo del Colegio de Bachilleres, me había invitado a conocer la casa de sus padres en Nativitas Cuatempan, junta auxiliar de Coyotepec, en donde había nacido el candidato a la gubernatura y en donde se iba a reunir toda la familia, menos el abanderado del tricolor, quien llegaría al día siguiente al evento que marcaría el inicio de su campaña en busca de Casa Puebla. La elección se verificaría el 7 de noviembre de ese mismo año.

Yo trabajaba en ese entonces como jefe de información del Periódico Intolerancia, el cual dirigía, Enrique Núñez. Meses antes del arranque de la campaña, Intolerancia sufrió la salida de varios personajes que formaban parte del diario, Mario Alberto Mejía Martínez, director Editorial, Zeus Munive Rivera, jefe de información, Arturo Rueda columnista y Arturo Luna, quien también anunció su salida de la empresa.

Para Intolerancia, la salida de estos personajes había sido una muy dura sacudida, Mejía era el columnista más importante y más leído en ese momento de Puebla, Munive movía prácticamente la redacción de Intolerancia, diario que marcaba la agenda política de Puebla y Rueda, había jugado un rol importante en la sucesión melquiadista, con su columna “Tiempos de Nigromante”, la cual dio lugar a un libro que escribió junto con Mejía.

Mejía, Munive y Rueda se fueron a la redacción de Cambio, periódico bajo el patrocinio del empresario Alberto Ventosa Coughlan, el hombre fuerte de las finanzas del entonces ex rector de la UAP, Enrique Doger Guerrero, quien a su vez, era el candidato del PRI a la presidencia municipal de Puebla.

Entre los dos equipos, el de Intolerancia y el de Cambio, de inmediato comenzó el pique y la animadversión, la cual se incrementó por la salida del fotógrafo Ulises Ruiz Basurto y los dichos de Arturo Rueda, quien dijo que en Intolerancia solo se había quedado el “papel y la tinta”.

Tras la escandalosa salida de Mario Alberto, quien tiene su propia versión de los hechos y en la cual no abundaré. Originalmente Enrique Núñez, pensó en Zeus Munive como el sucesor de Mejía y lo mandó a llamar para convertirlo en el director Editorial de Intolerancia, pero por un tema de lealtad a Mejía, Munive rechazó la invitación, además de que ya tenía una invitación para irse a Cambio.

Núñez no encontraba director editorial, Rodrigo López Sainz le sugirió a Enrique llamar a Víctor Arellano y a Adolfo Flores Fragoso para hacerse cargo de la redacción, pero a Núñez no le gustó la idea.

Enrique comenzó hacer llamadas y Mauricio García León fue a uno de los primeros en contactar, vía telefónica. García, quien cubría la fuente económica, le sugirió a Núñez llamarme y ofrecerme la plaza que habían dejado vacante, tanto Mejía como Munive.

Por fin, Núñez se decidió a llamarme y me citó en las oficinas de San Martín Texmelucan No. 28 de la colonia La Paz, en donde me contó sobre la salida de estos tres personajes de Intolerancia y me ofertó, no la dirección editorial, sino solo la jefatura de Información, tres años más tarde me haría Director de Información. Por supuesto que acepte el reto.

En mi primera junta como nuevo jefe de Información en lugar de Munive, presidida por Enrique Núñez, mi mensaje fue muy claro, ofrecí respeto al trabajo de mis compañeros y les pedí respeto a mi trabajo y órdenes.

Casi al mes de haber asumido la jefatura de Información, me enteré de lo dicho por Rueda: “En Intolerancia solo se quedó el papel y la tinta y que el último en salir que cierre la puerta”. De inmediato tome un periódico Cambio y lo fije en la pared de la redacción y cite a junta.

Editores, diseñadores, reporteros, fotógrafos y correctores, todos me veían a los ojos, mi mirada estaba llena de lágrimas de furia, los mire fijamente a cada uno de ellos y les dije “allá dicen que solo se quedó el papel y la tinta, vamos a partirles la madre periodísticamente hablando y vamos a demostrarles que se equivocaron, espero que todos sepamos lo que es la dignidad y la demostremos”.

Todas estas escenas pasaban por mi mente mientras me dirigía hacia Nativitas Cuautempan, a bordo de la camioneta del hermano del hombre que era el candidato del PRI a la gubernatura de Puebla.

Bordeamos Valsequillo, pasamos por Tecali, nos desviamos en la Colorada y de ahí enfilamos hacía Nativitas, eran ya cerca de los 22 horas. El empresario Alejandro Cruz, no dejaba de hablar, “qué paso Tigre, cómo ves la cosas Tigre, crees que gane Mario, está facilita la elección, ¿no?”.

Mientras contestaba sus preguntas, mi cabeza no dejaba de pensar en cómo había conocido a Marín y como los hilos del destino me fueron ligando a su grupo de operadores y amigos.

A mi mente llegó aquel recuerdo de mis primeros años como reportero de Javier López Díaz, en el entonces grupo ACIR Puebla, propiedad del empresario Rafael Cañedo Benítez.

En 1991, la entonces secretaría de Desarrollo Social expropió mil 081 hectáreas pertenecientes a los ejidos de La Trinidad Chautenco, San Barnardino Tlaxcalancingo, Momoxpan y san Andrés Cholula, los cuales se comenzarán a conocer como la reserva territorial Atlixcayotl-Quetzacoatl.

La Sedesol transfirió los terrenos al entonces gobernador de Puebla, Mariano Piña Olaya. La reserva tenía como fin, el que el gobierno estatal, pudiera poner en marcha en programa para el reordenamiento urbano de la ciudad de Puebla y su zona conurbada, como parte del programa de desarrollo puesto en marcha a nivel nacional, por parte del entonces presidente de la República, Carlos Salina de Gortari.

Piña Olaya de inmediato puso en venta la mayor parte de los terrenos de la reserva territorial entre sus amigos empresarios y beneficiario, principalmente Kamel Nacif Borge y Los Posada Cueto, entre otros.

Las transacciones acarrearon la férrea oposición del entonces delegado de la Sedesol, Alejandro Villar Borja, quien denunció la ilegalidad de las acciones de compra venta, por parte del gobierno estatal ante la federación.

El 1 de febrero de 1992 protestó como gobernador, Manuel Bartlett Díaz, político tabasqueño que por casualidad había nacido en Puebla y quien recibió como premio de consolación la candidatura del PRI a la gubernatura del Estado, luego de haberle disputado a Carlos Salinas de Gortari, la silla del Águila. Salina le había ofrecido a Bartlett la embajada de Francia en México, país en donde Bartlett día hecho sus estudios de posgrado y por el cual tenía especial apreció, pero el hoy director general de CFE prefirió venir a Puebla, en vez de aceptar el exilio dorado.

Ya siendo gobernador de Puebla, Bartlett decidió revertir las transacciones de compra venta realizadas por su antecesor y recuperar para el gobierno del Estado, los terrenos vendidos. El encargado de llevar a cabo este proceso fue el entonces subsecretario B de gobernación Mario Marín Torres.


Foto: Es Imagen / Archivo

El secretario de Gobernación era Carlos Palafox Vázquez, pero el verdadero operador político de la administración estatal era Marín.

En ese entonces yo era un joven reportero de 20 años de edad, el cual estudiaba y trabajaba para poder pagar mi escuela, a la cual asistía becado.

Acababa de entrar a trabajar a Grupo ACIR, Fermín García me había invitado a trabajar en esa empresa y López Díaz me había aceptado como parte de su equipo.

Fermín era el reportero de la fuente de gobierno para los noticieros “Buenos Días con López Díaz y en ese entonces A Tiempo, los cuales se transmitían cada hora por las seis estaciones de la empresa de Rafael Cañedo, de 8 de la mañana a 8 de la noche, bajo la coordinación en ese entonces de Flavia Elizabeth Moncada y de Yirath Aguilar Miranda.

Yo era el reportero que cubría los descansos de todos los reporteros de López Díaz, los lunes descansaba Fermín García y precisamente un lunes que él descanso, Bartlett revirtió las ventas de los predios realizadas por Piña Olaya.

La nota era todo en escándalo, pero nadie había dado ninguna declaración, Bartlett se había guardado, Palafox, nunca hablaba, López Díaz me encargo checar si se habían revertido las ventas y buscar una declaración oficial.

Desde las 10 de la mañana me plantee en el viejo edificio de Reforma 703 sede del gobierno estatal. Desde muy temprano busque al entonces director de Comunicación Social, Raúl Torres Salmerón, pero me mandó por la cocas, ni me pelo.

Pedí entrevista con Carlos Palafox, pero ni siquiera me hicieron caso, era un joven reportero, con poca experiencia y mucho menos peso político, nadie me conocía y apenas luchaba por forjarme un nombre.

Como a las 12 del día acudí a la oficina del entonces subsecretario B de Gobernación, Mario Marín Torres, de inmediato se me acercó un señor de apellido Gómez Virgen, quien me pidió mis datos, después con el paso del tiempo me hice muy amigo del “doctor” Gómez Virgen.

El funcionario se metió y como a los quince minutos salió de una oficina y me dijo que el “licenciado Marín estaba muy ocupado y que no va a dar entrevistas, ni a recibir a nadie”.

Yo le respondí que no me iba a mover de ahí hasta que no me diera una entrevista y que lo esperaría el tiempo que fuera necesario, Gómez Virgen se encogió de hombros y se volvió a meter a su oficina. Yo me senté en las bancas que había fuera de la subsecretaria sobre un pasillo que comunicaba a la calle 3 poniente y a las oficinas de prensa de gobierno.

Las horas trascurrieron y nadie me atendía, la entonces reportera de Televisa Puebla, Blanca Hilda Juárez y su camarógrafo entraron como a las 15 horas y ellos sí fueron recibidos, como a los 40 minutos salieron, indignado me dirigí a la oficina a preguntar y entonces salió otro personaje de apellido Papaqui, quien me dijo que el subsecretario ya se había ido a comer y que tal vez cuando regresara me podría dar la entrevista.

Desconsolado le dije que no me iba a ir hasta que me recibiera, baje a comprar unas tortas y me volví a sentar en mi silla. A las 18 horas Gustavo Paz Bretón, reportero y columnista del Sol de Puebla, llegó al lugar y también fue recibido, ni antesala tuvo que hacer. Una hora más tarde llegó mi ex jefa Pilar Bravo y también fue recibida.

Ya eran casi las 21 horas y a mí no me recibía Marín, como a las 21.30 se despidió la última secretaria, Gómez Virgen se asomó para ver si ya no había nadie y observó que yo era el único que seguía ahí en el casi fantasmal pasillo.

– ¿Qué haces ahí, todavía no te vas?
– No y no me voy a ir hasta que me reciba
– Uy… pues va a estar difícil, porque el licenciado ya se fue.
– No me digas eso, yo lo ha esperado todo el día y recibió a varios reporteros, ¿por qué a mí no?

Tal vez conmoví a Gómez Virgen o tal vez le di lastima, pero el hecho es que se volvió a meter a la oficina y a los 5 minutos salió y me dijo, órale chavo vente, te va a dar 5 minutos el subsecretario.

Así conocí a Mario Marín Torres, quien me confirmó que el gobierno había revertido las compra-venta llevadas a cabo por la pasada administración, en la cual irónicamente, él también había trabajado como subsecretario A, me llamó la atención que hablaba muy bajito y por supuesto su lunar negro en medio de la frente.

Los cinco minutos habían trascurrido, pero yo era el hombre más feliz del mundo, llevaba la tan ansiada nota. Al despedirse Marín me extendió la mano y se portó amable.

La voz de René Marín me volvió a la realidad, hemos llegado a Nativitas, luego de dejar la carretera, uno tenía que adentrarse todavía cerca de kilómetro y medio por un camino de terracería, René me dijo: “Mañana el candidato anunciara que su primera acción cuando sea gobernador será pavimentar el camino de entrada a nuestro pueblo”.


Foto: Es Imagen / Archivo

mayo 31, 2020 - 8:40 pm

Por: Ricardo Morales Sánchez

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